Hoy ha tocado madrugar más de lo normal, pues he de entrevistar a una candidata a primerísima hora. Al ir a coger la guagua, interioricé lo que llevo algo más de una semana observando acongojado: que los días tardan cada vez más en aclarar y que, por consiguiente y dado que las noches llegan cada día antes, la permanencia del Sol en el cielo se está acortando; y a velocidad de vértigo, añado.
“¿Quién me mandaría meterme en este berenjenal?”, es lo que estoy pensando ahora mismo. Aún no ha llegado el material, pero la profesora puso ayer en contacto conmigo para dar comienzo a la formación a distancia (o teleformación, como les gusta llamarlo) de “Técnico superior en prevención de riesgos laborales” (paso de poner con mayúsculas la primera letra de cada palabra, como si fuésemos angloescribientes). 600 horas que, traducidas en un calendario, significa que estaré desde el 8 de agosto, ayer, hasta el 9 de diciembre con este tema.