Sé que no he sabido aprovecharlo ni completa ni satisfactoriamente. Y que mi relación con él ha sido bastante desigual, repleta de largas épocas de absoluto abandono seguidas de otras de un uso más moderado. Sin embargo, en los últimos meses se estaba convirtiendo en una rutina agradable repasar los titulares más importantes en algún ratillo a lo largo del día. Y debe ser que a mi edad empiezan a agradecerse las rutinas.
En mis años de instituto se puso de moda citar las tres cosas que debía hacer todo hombre en la vida: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. En mi caso todo un pleno, pero desde el otro punto de vista. No se puede considerar que esta bitácora sea equiparable a escribir un libro; decir «voy a plantar un pino» cuando vas al baño tampoco creo que sea aceptable para el segundo gran triunfo de la vida; y lo de tener un hijo… pues bueno, me parece que va a ser que no.
Mi jornada laboral empieza siempre sentándome en mi puesto de trabajo —hoy teletrabajo, en pijama además— y repasando los eventos más importantes del día. O sea, leyendo el correo. Habitualmente lo hago en tránsito al trabajo, pero es que hoy el tránsito me ha llevado menos de un minuto. Y leyendo por encima las últimas diez o quince noticias que me da ofrece el agregador de noticias. La primera era una de JavaHispano: «JetBrains ofrece un descuento del fin del mundo…»
Sigo basante de cerca el conflicto de la sanidad pública madrileña. Aunque paso más de la mitad del tiempo en Las Palmas, mi lugar de residencia, trabajo para una empresa de la capital y paso unas cuantas noches al mes —muchas más al año— en Madrid. Cerca del piso en el que me quedo hay un centro de salud y frecuentemente veo al personal del centro manifestarse en la puerta. Tienen mi simpatía por muchos motivos.
En mi vida —como imagino que le habrá pasado a casi todo el mundo— he tropezado con gente de todo tipo. En general he tenido suerte y puedo decir que la gran mayoría han sido personas que de una forma u otra, en mayor o menor medida, han conseguido dejar su impronta, siempre positiva. Aunque también he tropezado con esos que decimos “ruines y malvados”; por no mentar directamente a sus madres, que bastante habrán sufrido ya con parirlos y, en el fondo, desconozco cuál es su fuente de ingresos.
Desde que he unificado los blogs, la idea de adjuntar vídeos —y fotos— ajenos en mis entradas me produce prurito intenso. Pero éste merece la pena. Mucho.
Sumamente entretenida la exposición. Así, creo yo, es como deben enseñarse las cosas.
Y muchos hábitos por adquirir; o recuperar. Ahora lamento no haber insistido en poner una bañera en casa.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Cuando voy a escribir una entrada que no tenga que ver con un libro, siempre busco poner un título que haga referencia, así en plan metáfora, parábola, hipérbole o cualquier otra forma retórica, a lo que voy a contar. Pero para ésta, breve además, no se me ocurría nada mejor que «A pollazo limpio». Demasiado vulgar como para ser un titular de mi querida bitácora.
La cosa va de descubrimientos. De saltar de aquí para allá demorando el instante en que debo ponerme con cosas de mayor provecho.
Estaba peleándome a altas horas con Jenkins, Subversion, Maven, Sonar, Java, C# y la madre que los parió cuando mi agregador RSS me informa que Miguel Icaza anuncia Mono 3.0. Estoy alucinando. Este hombre es un crac. Deseando que saquen ya la distribución para OS X que, entre otras cosas, esperan poder incluir F# 3.0.
De mayor quiero ser como este tío.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Apenas tuve tiempo de leer la advertencia del Avast cuando una ventana ocupó toda la pantalla y, en la cabecera, veía una captura de mí mismo leyendo atónito. El virus o troyano es una variante del Ukash o Virus de la policía. El texto venía a decir, más o menos, que la Policía Nacional me había bloqueado el ordenador porque alguien estaba usando mi ordenador de forma remota para acceder a sitios de descarga con contenido protegido por derechos de autor, tal y tal, y que, por no haberlo yo protegerlo adecuadamente, era solidariamente responsable.
A veces me vuelvo realmente loco intentando recordar dónde vi lo que vi y de dónde saqué la idea que saqué. Sospecho padecer el Trastorno de déficit de atención. Sin acabar de estar muy convencido de la existencia del hermano pequeño, díscolo e inestable que es el apartado de las pepinadas, y que da cabida a toda suerte de miserias, he querido darle algo más de entelequia, intención de continuidad, y apuntar por aquí, para consulta futura, para sostén de mi memoria, y por simple pedorreta intelectuoloide, lo que vaya llamando mi atención.