sentimiento gregario en la charca común
Pues es lo que toca ahora, ¿no? Vayan en este apunte mis mejores deseos para el año que acaba de caernos encima. Buena suerte en todos los proyectos que acometan y con todos los buenos propósitos que se propongan hacer. Y que no falte felicidad, respeto, cariño y prosperidad para y entre los suyos. En resumen,
¡Muy Feliz y Próspero año 2013!
De todo corazón y para todos, lean o no esto.
Tal día como hoy, justo hace un año, comentaba que tocaba pasarlo en Madrid y que mi mujer decidió acompañarme allí. Fue una buena Noche Buena. En compañía de ella, con una buena cena y disfrutando luego de un rato de televisión antes de acostarnos a dormir. Sin embargo, tal como decía en aquel momento, estábamos los dos solos. Siempre se echa de menos a la familia en estas fechas.
En el momento de publicarse esto debería haber aterrizado o estar a punto de hacerlo. En teoría mi avión despegaba de Madrid a las 21:45. Ryanair nunca despega en hora. De media unos 20 o 25 minutos más tarde. Pero siempre dicen que el vuelo durará tres horas para aterrizar a tiempo y ponerte la fanfarria del séptimo de caballería y comerte la oreja demostrándonos una vez más que no tienen abuela.
Siempre he envidiado la capacidad que tiene la gente de lanzarse a emprender, siendo yo un tipo cómodo que prefiere esconderse en la guarida de la seguridad que otorga el paraguas de los riesgos ajenos, asumiendo que esto es jugar a la lotería y que puede salir bien, pero que puede salir mal; que a tiempos de vacas gordas pueden seguirle los de vacas flacas. Pero aún así, hay amigos que se lanzan a ello, porque al final es completamente cierto aquello que cantaba Serrat poniendo música a Machado: Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Tal día como hoy, ahora hace ocho meses justos, llegaba a Madrid para comenzar a trabajar en una nueva empresa. Habían sido unos meses inciertos buscando trabajo «cerca de casa» que no habían terminado en nada. Tuvo que ser la oferta de un amigo la que me arrancara del calor de mi hogar para venirme a una ciudad grande como Madrid. Dejé la incertidumbre de la búsqueda infructuosa de trabajo en Las Palmas por la incertidumbre del día a día en Madrid.
Aprovechando una nueva visita de Sulaco [Distorsiones], nos juntamos Luis, el más-holandés-que-español/canario-a-estas-alturas y el que suscribe, para echarnos unos piscos (o tomarnos algo, como se diría en dialecto normalizado) y tirar para el monte a disparar con nuestras respectivas cámaras. Y no necesariamente en ese orden.
Eso sucedía ayer y, como va siendo norma en la vida de esta bitácora, dejo fiel reflejo en la entrada de hoy —de la víspera al pretérito, por filosofar un poco— por aquello de asegurar que, cuando tanto Luis como Sulaco sean ricos y famosos, poder alegar que yo los conocí y estuve con ellos.
Hoy toca brevedad. A la mayoría —quizás los más afortunados, y yo me considero uno de ellos— se le presenta un día de visitas familiares: los abuelos, los tíos, los suegros, los padres, los hermanos, los sobrinos, etc., etc. Así que hoy dejaré tranquilo al Universo absteniéndome de verborreas y, simple, llana y sinceramente, deseo a todos y a todas unas muy felices fiestas. A poder ser con aquellos y aquellas con quienes prefieran estar.
Este viernes, al salir del trabajo, me recogió Luis, en su coche que no es todo terreno pero que el propietario está empecinado en meterlo en cualquier sitio, como ya conté hace unos días en Paseo con Luis, Sulaco y un holandés (supuestamente no errante), y cogimos carretera directos a Pozo Izquierdo para ver la final —¿o se disputaría el sábado? No presto mucha atención a este tipo de cosas— del campeonato de windsurf de este año.
No escribo casi nada últimamente. Esto va por ciclos. Todo (o casi todo) el que tiene una bitácora lo sabe. No voy a repetir yo la búsqueda de profundidad en las acciones, o mejor dicho no acciones, relacionadas con el abandono de la misma. Aunque supongo que un factor importante, al menos en mi caso resulta serlo, es que depende mucho, también, de la cantidad de trabajo que tenga. Ahora mismo tengo mucho.
Sé que es un topicazo y que todo el mundo lo ha dicho o escrito un muchillón de veces a lo largo de la historia moderna, pero me resulta fascinante la elasticidad del tiempo. Mi estancia de seis meses en Madrid se pasó en un guiñar de ojos y cuando me volví a Las Palmas tenía la sensación de que no hacía ni un día que me había mudado allí. No llevo ni cuatro semanas en Las Palmas y tengo la sensación de que llevo meses aquí.