tentáculos del lado oscuro
Creo que contaba con ocho años -puede que fuesen nueve, incluso diez- cuando tuve mi primer, y último hasta el momento, accidente de coche. La mente es muy curiosa. No recuerdo la edad exacta, pero sí muchos de los detalles de aquel día y de los posteriores. Camino del colegio me atropelló un coche que, según fuentes presenciales, adelantaba a un camión que estaba detenido delante del paso de peatones, invadiendo en el adelantamiento el carril contrario y llevándome por delante cuando yo salía, según conductor, corriendo de delante del vehículo detenido.
Suelo escribir los artículos de mi blog el día anterior. Generalmente por la noche. Sin embargo ayer la cosa se torció bastante. Después de satisfacer un antojo, saliendo a desayunar churros con chocolate, y pasar por Canaima a recoger un libro que tenía encargado, volvimos a casa con la intención de bajar a la playa un rato. Y ahí fue donde se jodió el plan. Debía ser el bochorno del día, pero al llegar a casa me quedé tumbado.
Mientras me recupero de la molienda terrorífica de mi primera experiencia Shiatsu (sí, tienen razón: la primera vez duele), y me obsesiono por recordar dónde coño he puesto el puñetero DNI, que recuerdo ver por última vez el miércoles por la tarde, al tiempo que me planteo con cuál de los dos libros que acaban de llegar empezar primero, si con Dinámica de sistemas o si con Teoría de la decisión y de los juegos, miro mi monitor con una sensación de agotamiento absoluta y la mirada boba perdida en el finito universo de los píxeles tricolores, con la mente vagando por cielos y edenes repletos de vírgenes deseosas de sataisfacer todos mis deseos, que son muchos y variados.
Hoy domingo tocaría otra entrega de la fascinante serie dedicada a los jugadores casuales, pero no va a poder ser. Hoy voy a hablar de lo alucinado que estoy con la calidad de mi televisión LCD de 32" y de cómo he descubierto que ya no podré vivir sin la calidad de alta definición que da el Blu-Ray.
Ayer, después de mucho tiempo dejándolo pasar, decidí coger la colección de juegos originales que tenia para la PlayStation 2, junto la consola portátil Nintendo DS y me presenté en la tienda de la franquicia Game del Centro Comercial Siete Palmas.
Mi aproximación al conocimiento de la tragedia aérea de anteayer miércoles fue rara, a falta de ocurrírseme otra palabra mejor. Rara vez veo las noticias en televisión (demasiado deporte y demasiado morbo, en general) y tampoco soy muy aficionado a escuchar la radio. De todo suelo enterarme en Internet, en los varios sitios de noticias a los que estoy suscrito, que van actualizando mi Google Reader.
En un momento dado, mientras revisaba varios correos de trabajo, mi mujer se acercó a mí y me comentó que había habido un accidente de un avión de Spanair que había despegado de Madrid con destino Gran Canaria y que había tenido que volver a aterrizar por un fallo en uno de los motores.