Después de casi cuatro meses desde que hicimos el viaje, he terminado de repasar y elegir las fotografías que he venido publicado, poquito a poco, en el álbum de flickr relativo a los días que pasamos en Sevilla. En total pasaron 152 fotografías. Menos si no eres familiar, motivo por el que reflejará una cantidad inferior. Lo que no está nada mal teniendo en cuenta que en cinco días y medio pulsé 580 veces el disparador, dejando que la cámara produjera su particular sonido de apertura y cierre del obturador.
Hay novelas de Terry Pratchett que cuesta un poco más leer, y otras que se leen de forma rápida, de cuyo mérito deberíamos culpar a la especial dosis de humor con que las pergeña. ‘Brujerías’ es una de esas novelas que se te pasan rápido, muy rápido, leyendo las calamitosas y ridículas situaciones en las que se meten un par de brujas de pueblo a causa de su particular forma de ver las cosas.
Los libros, como lo son las películas, los discos y cualquier otro artículo de consumo que se busque para matar el tiempo, llenar los momentos de soledad o, simplemente, disfrutar con pasión del acto de su consumo, y no necesariamente en el sentido mercantil de la palabra, no dejan de suponer formas de accidente en nuestro camino por la existencia. Forma particular de accidente, cierto es, pero accidente al fin y al cabo, en el que uno puede distinguir un principio, el momento en que posa la mirada en el primer renglón del primer párrafo de la primera página, un nexo, cuando se va reconociendo los nombres y/o las intenciones de los personajes, y un final, cuando llega el momento de despedirte, tal vez de forma definitiva, a veces con signos de ruptura irreconciliable, o con la sensación de que, haciendo uso y abuso de una frase especialmente memorable del cine, «podría ser el comienzo de una gran amistad».
tactactactactactactactactactactactactactac…
¿Qué estás haciendo, chavo? ¿Trabajar? No. Escribir. ¿Y qué escribes? Escribo sobre un libro que he leído. Ah… tactactactactactactactactactactactactactac…
¿Qué es egolatría? Es el culto a uno mismo, a mí, ser sobresaliente, superior, superlativo; de mente prodigiosa, deslumbrante y ejemplarizante, sin comparación posible con el resto de mortales, inferiores; de ánimo y alma magnánimos y, no lo olvidemos, amo y señor de mi tiempo y de esta casa, mi reino, donde soy el único y verdadero dios.
¿Qué otra cosa podrías ser? Lo seres humanos no desarrollaron el cerebro para tumbarse en los lagos. Matar es lo primero que aprendimos. E hicimos bien, o estaríamos muertos, y los tigres poseerían la Tierra. El juego de Ender Orson Scott Card Edición limitada Zeta
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible.
[…]Y todo se reduce a esto: en el momento en que entiendo verdaderamente a mi enemigo, en el momento en el que le entiendo lo suficientemente bien como para derrotarle, entonces, en ese preciso instante, también le quiero. Creo que es imposible entender realmente a alguien, saber lo que quiere, saber lo que cree, y no amarle como se ama a sí mismo. Y entonces, en ese preciso momento, cuando le quiero… Le vences No, no lo entiendes.
El nombre es una prótesis, un implante que se va confundiendo con el cuerpo, hasta convertirse en un hecho casi biológico a lo largo de un proceso extravagante y largo. Pero tal vez del mismo modo que un día nos levantamos y ya somos Millás o Menéndez u Ortega, otro día dejamos de serlo.
El mundo Juan José Millás Booket
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Recordé un día en el que paseando por el campo, en Asturias, me detuve frente a una vaca que estaba a punto de parir y comprendí que el embarazo había sucedido dentro de su cuerpo como el lenguaje sucede dentro del nuestro. […] La idea resultó enormemente liberadora. Quizá no seamos los sujetos de la angustia, sino su escenario; ni de los sueños, sino su escenario; ni de la enfermedad, sino su escenario; ni del éxito o el fracaso, sino su escenario…
[…] Más complicado fue entender que el frío quemaba, pero lo cierto es que un día me abrasé los labios al llevarme a la boca un pedazo de cobre que encontré en el jardín, a primera hora de la mañana. Me gustaba el sabor del cobre; todavía, al pronunciar la palabra cobre, siento un cosquilleo eléctrico en la punta de la lengua. El cobre sabe a electricidad. […]
El mundo Juan José Millás Booket
Hace tiempo que tengo aparcada la serie Mundodisco, libros divertidos del genial Terry Pratchett. Aunque yo empecé leyéndolos de forma algo desorganizada al principio (en realidad me leí dos que vendrían a caer casi en medio de la colección), al poco comencé a leerlos desde el principio. Tal como voy publicando las reseñas. En orden.
El quinto libro de la serie es ‘Rechicero’, tercero de la saga del hilarante Rincewind, cobarde como pocos -bueno, he conocido alguno que lo es más-, pero con talento sobrenatural para meterse en todos los berenjenales en los que se puede meter alguien en el universo alternativo del descomunal platillo de tierra que sobrevuela el cosmos apoyado sobre cuatro descomunales elefantes que no hacen gran cosa sobre una aún más descomunal tortuga de dimensiones planetarias.