recuerdos

Miami y Everglades - Florida

En el anterior capítulo de la saga de Florira [El Centro Espacial Kennedy - Orlando], comenté que la visita a Cabo Cañaveral fue la mejor experiencia del viaje de dos semanas que hicimos mi mujer y yo con una pareja de amigos a Florida a finales de septiembre del año pasado. Visitar el centro espacial fue una ruptura a la monotonía de los parques de atracciones de Disney y Universal [Los parques de atracciones en Orlando] y a la sobredosis de outlets y centros comerciales [Jet Lag prorrateado] que predominaron en el día a día de esas dos semanas.

'La última lección'

Hoy voy a contar un secreto. Pienso en la muerte. En mi muerte. No sabría decir si muchas o pocas veces. Aunque tengo la sensación que es más bien poco. No es cada día, claro. Tampoco puedo decir que sea una vez al mes. Ni cuantas semanas pasan entre dos pensamientos de este tipo. Simplemente pasa. A veces pienso más, a veces menos. Tampoco sé si es bueno o malo. Simplemente sucede.

El día que Steve Jobs destruyó las relaciones humanas, de rebote se cargó la sociedad y el mundo, y perjudicó seriamente la salud de mi abuela

Hace unos días —en realidad bastante más de unos días— caminaba tranquilo en estado de consumista predispuesto. Ese estado en el que paseas tranquilamente por tiendas y comercios, pero sin una finalidad concreta más allá que curiosear y, eso sí y siempre, con la mano intranquila deseosa de sacar la cartera si la oferta resulta lo suficientemente atractiva. En tan lamentable estado me acerqué a unos grandes cajones, de esos que ponen en todos los comercios, independientemente de lo que vendan, lleno de películas en formato DVD a precios increíbles.

iPhone, MonoTouch y la insoportable levedad del ser: El servidor

Primero fue iPhone, MonoTouch y la insoportable levedad del ser: El Comienzo. Luego vino iPhone, MonoTouch y la insoportable levedad del ser: El Cliente (la prueba). Ahora, en otra espeluznante vuelta de tuerca, le toca el turno al servidor. Pero antes, abro un pequeño inciso para comentar que ha salido un libro sobre MonoTouch. Mientras escribía el primero de los artículos de esta serie leí (qué grande es el RSS, sí señor) que habían publicado el primer libro -en realidad el segundo- sobre programación con MonoTouch: ‘Professional iPhone Programming with MonoTouch and .

Calima, viento, cámaras y windsurfistas

Este viernes, al salir del trabajo, me recogió Luis, en su coche que no es todo terreno pero que el propietario está empecinado en meterlo en cualquier sitio, como ya conté hace unos días en Paseo con Luis, Sulaco y un holandés (supuestamente no errante), y cogimos carretera directos a Pozo Izquierdo para ver la final —¿o se disputaría el sábado? No presto mucha atención a este tipo de cosas— del campeonato de windsurf de este año.

iPhone, MonoTouch y la insoportable levedad del ser: El cliente (la prueba).

Ya decía ayer [iPhone, MonoTouch y la insoportable levedad del ser: El comienzo] que quería dejar constancia escrita (a modo de recordatorio para el futuro dentro de la saga Cuadernos del tolete [@ mi blog], también) de lo que observé al probar MonoTouch [Web oficial]. Y compararlo, en la medida de mis limitaciones, con las otras alternativas que he ido revisando: PhoneGap [Web oficial] y el propio Objective-C [@ Apple].

iPhone, MonoTouch y la insoportable levedad del ser: El comienzo

Cumplido ya el primer semestre del año 2010 puedo asegurar que el año se está desarrollando de forma excesivamente extraña para mi gusto. Bastante revuelto. Y no necesariamente tiene que ver con la crisis económica que está poniendo patas arriba todo y a todos. Un año raro. Muy raro. Raro en el aspecto laboral también. Y esto tal vez sí se excuse en la crisis. Tal vez. Me encuentro en un constante «ahora sí, ahora no» y los proyectos que empiezo se caen con «mucha facilidad».

Paseo con Luis, Sulaco y un holandés (supuestamente no errante)

No escribo casi nada últimamente. Esto va por ciclos. Todo (o casi todo) el que tiene una bitácora lo sabe. No voy a repetir yo la búsqueda de profundidad en las acciones, o mejor dicho no acciones, relacionadas con el abandono de la misma. Aunque supongo que un factor importante, al menos en mi caso resulta serlo, es que depende mucho, también, de la cantidad de trabajo que tenga. Ahora mismo tengo mucho.

El Centro Espacial Kennedy - Orlando

Desde niño siempre he sentido fascinación por el espacio. No. Debería corregir la preposición y el tiempo verbal y decir «de niño sentí» fascinación por el espacio. Era la fascinación derivada de la visión y propuesta hollywoodense. O sea, naves espaciales, pequeñas, grandes y de dimensiones planetarias, batallas entre naves incorrecta y excesivamente sonoras a velocidades de vértigo, clases de esgrima fundamentadas en una física extraña, héroes enfrentados a monstruos y monstruos interdimensionales imposiblemente hambrientos, robots con muy mala leche y más listos que el hambre y que muchos humanos, robots más tontos e inútiles que una piedra, inteligencias artificiales con una nave como cuerpo, extraterrestres milimétricamente idénticos a los terrícolas o con parecidos carnalmente sospechosos, agujeros negros que conducían a universos infernales, y, en definitiva, fenómenos cósmicos inciertos que argumentaban y justificaban dos horas de cinefilia abnegada.

'Fish!'

Hay muchos temas que me llaman la atención. No me canso de repetir —y así hago mis entradas un poco más largas— que soy un tío bastante inquieto en cuanto a conocimiento se refiere. Soy curioso por naturaleza y me disperso con facilidad en la infinitud de campos del saber que hay. Los interesantes y muchos de los que no son tanto. También repito hasta la saciedad —y consigo que mis entradas engorden aún más— que soy muy ganso para dedicar tiempo a aprender todo lo que me gustaría saber.