De hamburguesas, externalidades, urgencias médicas y aprendices de periodismo

Sigo El blog salmón desde hace bastante tiempo. De forma general, me gustan los apuntes y artículos que aparecen en él. Para un absoluto lego en Economía, lo que escriben los redactores del blog me resulta inteligible. Lo que ya es todo un logro hacerme entender a mí este tipo de cosas. Como en todas las publicaciones en las que escriben varias personas, los hay mejores narrando y explicando y los que no son tan buenos.

'La ciencia y la vida'

Imitando al genial Eugenio [1][2], aquel fantástico humorista catalán que siempre llevaba gafas tintadas, que nunca sonreía y cuyo mayor defecto era andar siempre fumando en sus actuaciones, empezaré la entrada de hoy con un «¿Saben aquel de dos tipos que se reúnen en lo alto de la montaña, en un hotel de todo lujo, para hablar de lo humano y lo divino y del sexo de los ángeles?». Y un poco con esa idea —o regusto, para los que prefieran el sentido que da sabor a la vida— me he quedado tras leer ‘La ciencia y la vida’, de Jose Luis Sampedro [3][4] y Valentín Fuster [5].

De ceniceros sin tabaco

Recientemente he pasado una semana en Madrid. Lo tenía programado desde hace tiempo. El objeto era pasar un tiempo con los amigos que allí dejé [Lo que sí echaré de menos], aunque finalmente intenté colar algún momento de búsqueda activa de empleo. Así que salvo por el fin de semana, que lo pasé en casa de unos amigos, desayunos, almuerzos y cenas los dediqué a unos u otros, en un punto de Madrid u otro, pero en todos los casos el evento en cuestión ocurría en alguno de los cientos de sitios que hay para comer en esa ciudad.

Silogismo incuestionable, lógica indiscutible

Todos los hombres son mortales. Sócrates era mortal. Por lo tanto, todos los hombres son Sócrates. Lo que significa que todos los hombres son homosexuales. Woody Allen Citas en sobres de azúcar Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.

'El oficinista'

Alguna vez he contado que tiendo a ser inmune a las autopromociones grandilocuentes que aparecen en las portadas de los libros rezándose como ganadores de algún premio. Lo mío es sentirme atraído por el título o, cuando menos, por la portada y el resumen ejecutivo que suele haber en la contraportada. De seguir estos principios nunca me hubiese lanzado a comprar ‘El oficinista’ por voluntad propia. De hecho no lo hice pese a que lo tuve alguna vez entre mis manos al poco de publicarse.

A vueltas con el «gratis»

Leyendo la estupenda entrada de ladrona de calcetines [Escritores, tomates, actores, Rolex y leyes], voy a parar al último artículo de Fernando Savater [Los colegas de ‘Mad Max’] que, ya en su título y de forma casi constante en sus párrafos, parece recurrir a la forma de la ofensa o del menosprecio de aquellos que opinan lo contrario y se enfrentan a las tesis defendidas por la industria y sus valedores o paladines del Ministerio de Cultura y su cohorte de creadores.

No nos conocemos

Si el cerebro nos engaña sobre el tamaño de algo tan lejano como la Luna, imaginemos las barrabasadas que debe hacer para que estemos tranquilos sobre cómo somos por dentro. Millones de personas se han torturado a sí mismas o torturado a los demás a lo largo de la evolución preguntándose: “¿Se han fiado de mí?”, “¿doy la impresión adecuada de lo que yo debiera ser o se trasluce cómo soy en realidad?

Cuestión de fe

En avión prefiero sentarme en la parte trasera. Casi siempre lo consigo. Es una de mis manías y nada tiene que ver con que la gente que se sienta atrás tenga un 40% más de probabilidad de sobrevivir a un accidente [Safest Seat on a Plane]. Curioso que los que más pagan por sentarte al principio tengan menos probabilidad de sobrevivir. Pero no comentaba lo del avión por este motivo. Con los años he ido reforzando este gusto por ir atrás dado que me permite observar, aunque ligeramente y de forma sesgada, el comportamiento del resto del pasaje.

Dropbox y Evernote

Esta claro, al menos para mí, que en quince años la cosa ha evolucionado muchísimo en cuanto a gestión de los datos personales o domésticos, término que uso aquí como simple contraposición a los datos de carácter empresarial. Poca gente imaginaría en el año 95, cuando el acceso a Internet empezaba a tocar en las puertas de las casas usando módems V.96 de 56 Kbps, que entrando en la segunda década del siglo XXI las personas tendrían la mitad de su información útil fuera del disco duro del ordenador de su casa y que podrían acceder a ella desde cualquier parte del Globo siempre que se dispusiera de una conexión WIFI, 3G o, ya poniéndonos clásicos, un simple ADSL.

'¡Chúpate esa!'

En la última década parecen haberse puesto de moda dos cosas: los no-muertos, especialmente en sus sabores de zombies y de vampiros, y las ediciones seriadas de cualquier tema, en especial en forma de trilogías. En combinación, parece que lo que más gusta son las trilogías de vampiros. Al menos tres son los libros que lleva publicados Christopher Moore, autor prolífico especializado en situaciones absurdas en torno a monstruos y seres sobrenaturales, sobre vampiros y sus quebraderos de cabeza.