Hoy en día los grandes depredadores escasean en las ciudades, pero seguimos condicionados por estos reflejos de simio, lo cual explica cómo tantos ordenadores acaban siendo víctimas de nuestros atávicos ataques de rabia. Son reacciones que aún pueden salvarnos la vida de vez en cuando, pero que la mayoría del tiempo resultan bastante poco eficaces, especialmente en los entornos corporativos. Las peores consecuencias del estrés, sin embargo, son las que se derivan de su activación continuada: el estrés crónico.
[…] Pero dentro de esta seriedad, el humor también desempeña su papel. Isabel Aguilera, directora general de Google España lo expresa así: «El tema de la diversión va más allá del aspecto exterior, de los juguetes, de la decoración que tenemos. No se trata de estar todo el día contando chistes o de jarana. Para mí el sentido del humor es algo más profundo -incluso diría que algo más serio.
En un momento concreto de la negociación, el vendedor realizaba una oferta que en algunos casos incluía un detalle cómico («bueno, mi oferta final es de 100 dólares, pero si la aceptas, te regalo además mi rana de compañía»), y en otros casos no. Al final se pudo comprobar que las personas que escucharon esta oferta divertida acabaron pagando un precio medio más alto. O’Quinn y Aronoff concluyeron que el humor puede ser una técnica de venta muy eficaz.
La estrategia del miedo puede funcionar, desde luego, pero tiene sus desventajas. Suele fomentar un ambiente estresante y hostil, pone al directivo mismo en una situación de constante vulnerabilidad a los ataques de los demás y lo peor de todo es que ni siquiera garantiza el respeto. Éste hay que merecerlo con el buen liderazgo, las virtudes personales y (no es ningún secreto) el respeto hacia los demás. Si un líder no demuestra estas cualidades, es fácil que el «respeto» que obtenga sea sólo superficial.
Solicité la banda ancha móvil de Simyo el 13 de octubre. Ayer, día 27, fue cuando pude navegar un rato. Luego se jodió de nuevo la cosa. Hasta hoy. ¿Cuánto tardará en volver a joderse? Desde luego no es una muy buena carta de presentación.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible.
[…] me había tropezado con muchos emprendedores que escondían un oscuro y terrible secreto: un fracaso en el armario. Nadie habla nunca de ello, a menos que sea ya de madrugada y borracho en un bar, y cuando lo hacen, todos comparten el punto de vista unánime de que el fracaso los ha hecho mejores, más fuertes y más duros. Casi sin excepción, han aprendido de sus errores y han seguido adelante.
Los reality televisivos han distorsionado el punto de vista de toda una generación respecto a sus aspiraciones. Quince minutos de fama no son nada, ellos quieren la fama eterna, a cambio de lo que sea. Las empresas que ofrecen books, los profetas de las falsas esperanzas, alimentan como sanguijuelas este deseo de ser «alguien». El enorme volumen de solicitudes que recibimos —acompañadas con las típicas fotografías «profesionales» tremendamente manipuladas— representa lo que solo puede ser un océano inmenso de gente que vive con frustración y con sueños que nunca se harán realidad.
La Viagra cambió el mundo. Reintrodujo el sexo para los pensionistas, devolvió la confianza a hombres inservibles y recuperó el entusiasmo de relaciones agotadas. En algunos casos, arruinó relaciones en las que una esposa madura, feliz y sexualmente inactiva, se vio enfrentada de repente a un marido que se comportaba como un cachondo de 17 años de edad. Y arrasó el porvenir de toda una industria. Las fluffers se encontraron sin trabajo y con pocas salidas.
Y algo sí he aprendido. No hay en realidad nada que temer. Cinco meses de aventura, luchando por el dinero, recién casado, una hipoteca enorme, una casa a medio redecorar, un bebé en camino, todo eso… y no estaba asustado. De hecho, la experiencia me resultaba tremendamente apasionante. No tenía a nadie en quien apoyarme que no fuera yo mismo, y nada hay que centre las ideas mejor que eso.
En primer lugar, no creo que el emprendedor sea mejor que los demás. Creo que el término debería ser tratado como una especie de mal, no como un término de admiración. Está demostrado que muchos emprendedores muestran tendencias levemente psicópatas, y que a menudo el motivo de trabajar para uno mismo es que este tipo de trabajo ofrece una vida comparativamente libre de disciplina externa. Además de hacer pedacitos a sus compañeros de instituto y de guardarlos en el congelador para reírse de ellos, la otra cosa que no gusta para nada a los psicópatas es la disciplina externa, ya sabe.