Anoche tenía a medio escribir la gran aportación para hoy. Deberá esperar a mejor momento. Porque ni uno he tenido yo para completarla. Momento, digo. Un día completo. En el que no he tenido apenas tiempo para sentarme en el ordenador y terminar los dos o tres párrafos que quedaban. Como digo, para mejor momento. Pero me alegro. Algo cambia en el trabajo y de lo que antes me quejaba ya no es más que la sombra de la sombra de un recuerdo.
Como todos los niños, en particular los que tienen pito, entrando en fase adolescente, empecé a interesarme por ese extraño, al tiempo que atrayente, universo del sexo. Con esa edad, unos 13 o 14 años, la curiosidad es compartida con el resto del grupo y escuchas las historias que cuentan los otros proyectos de macho que tienen hermanos mayores de los que aprender. Aprendiendo tú a su vez de lo que oyes.
Aquí estoy, peleando con un nokia 770… Desde luego, editar un blog con él puede ser tarea ardua.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo.
‘Dragón’ fue uno de los últimos relatos que escribí. Una vez más, releyéndo los primeros párrafos entiendo por qué dejé de hacerlo. Escribir, quiero decir. Si creyese que por publicar aquí mis cosas podría perder mi trabajo no lo publicaría, pero esto sirve de recordatorio de las cosas que no debo volver a intentar nunca más. En fin….
Éste no fue publicado en el fanzine de la escuela, pues para cuando lo escribí yo apenas pasaba por la facultad de informática y estaba muy desconectado de todo el ambiente ‘in-cultural’ del movimiento que había detrás de su publicación.
¿Qué tal el fin de semana? ¿Escaqueándote de limpiar el cemento después de la obra de reforma? ¿Ignorando los comentarios relativos a pintar de nuevo porque las paredes están echas un asco? ¿Pasando, en general, de lo que son tus obligaciones domésticas y para con tu pareja? Bueno, si es así, eres un mal tipo. Pero como sea que mi finalidad es conseguir un puesto de rango alto en el infierno tentando a los débiles de espíritu, hoy seguimos debilitando la de ya por sí raquitica fuerza de voluntad que te queda.
La serie de televisión John Doe cayó en mis manos hace bastante tiempo (¿un par de años, tal vez?) y me enganchó desde el primer capítulo. Hoy te invito a que te plantees seriamente, de cara a un fin de semana más, a olvidarte de pasar la mopa por tu casa y dedicarte al hedonismo más puro y absoluto. Tus arterias te odiarán un poco más por cargar con tanta obstrucción por grasas saturadas.
La rivalidad llevada al extremo.
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito.
Si hace dos semanas recomendaba todo un clásico de la divulgación científica como es la serie ‘Cosmos’, hoy toca recomendarte otra que te hará, una vez más, mejor ser humano (entiendo que ya has adquirido la condición de humano porque me habrás hecho caso y la habrás visto). Se trata de la magistral y estupenda serie documental de casi seis horas de duración que protagonizó Stephen Hawking y que lleva el nombre de ‘Los secretos del universo’ o comunmente conocida como ‘El universo de/según Stephen Hawking’.
Llevo unos cuantos días que me resulta imposible concentrarme en el trabajo. Creo que sufro de transtorno por déficit de atención y que he tardado demasiado tiempo en darme cuenta…
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Al poco de llegar el primer PC a casa, por el año 90, mi padre, deseoso de incorporar las nuevas tecnologías a su repertorio técnico, me obligó a conseguirle, contra viento y marea, e incluso jugándome el plato de lentejas si no lo traía pronto, un programa del que le habían hablado maravillas y que se llamaba -y llama- Corel Draw. Al final se llevó un pequeño chasco, porque aunque lo usaba con frecuencia, no era la herramienta que esperaba.