Volvemos a la carga, después de varios domingos de absoluto abandono, a incluir una nueva gran aportación que dará sentido a la existencia de muchos jugadores casuales, que además no quieren gastarse un céntimo. Hoy toca reseñar aquello que muchos niños, viciados con sus ordenadores y juegos en cinta, quisieron verse haciendo cuando fueran mayores y no se atrevieron nunca a realizar. Hablo de aquellos que soñaban con ser programadores de videojuegos, pero que al final, los más atrevidos, acabaron haciendo a ratos y muchas veces de forma un tanto cutre.
¿Seguimos buscando formas para escaquernos de las obligaciones domésticas? Tu casa ya debe parecer un basurero, tantos fines de semana escaquándote como un perro. Eso y que tu pareja ya debe estar deseando que te pase un camión por encima de la cabeza por no echarle una mano. ¿No es así? Bueno, tú tranquilo y siéntate a gusto en tu sofá favorito, que hoy te ofrezco pasar el rato con la serie canadiense de televisión ReGénesis.
Hace una semana aproximadamente, mientras la chica que iba sentada a mi lado en la guagua leía una novela romántica, yo iba quemando mis retinas en el libro Dinámica de Sistemas, de Javier Aracil y Francisco Gordillo. En un momento dado me tropecé con el siguiente párrafo:
Al considerar el proceso de crecimiento asociado a un bucle de realimentación positiva se indicó que en realidad todo proceso de crecimiento, más pronto o más tarde, se encuentra con unos límites.
En estos tiempo en los que el CCCC (__Contubernio de Cerebros Cavernicolas pro __Creacionismo) acecha a los inocentes niños en las esquinas de los colegios, para robarles el poco autocriterio que hayan desarrollado, se hace más importante que nunca huir de las explicaciones sencillas y dogmáticas y permitirnos el placer de no entender ni papa -patata para los continentales-, pese a que lo intentemos con persistente insistencia, de los fundamentos de la ciencia.
Siempre digo y repito, hasta la saciedad si es necesario y más que el ajo, que tuve la fortuna de crecer en el que, sin duda y pese a quien pese, fue uno de los mejores barrios de la ciudad de Las Palmas, el humilde barrio de gente humilde Tres Palmas. No digo que fuese de los mejores en el sentido de ‘gente pudiente’, como la zona de de Ciudad Jardín, paradigma de zona rica de la ciudad en el último cuarto del siglo pasado.
Hoy termina septiembre y mañana dará comienzo un nuevo mes. Para ser absolutamente franco, no creí que llegase a escribir de forma constante y seguida durante estos dos meses en que llevo manteniendo mi bitácora, respetando -salvo pequeños deslices puntuales- el publicar una entrada cada día. De momento sigo pasándomelo bien intentando mantener esta pequeña visión particular de casi todo, donde dejo brotar ‘mi lado más House (doctor, doctor, ¿qué me pasa?
Ayer no hubo ‘píldora’. Estuve demasiado liado el sábado. Y la de hoy aparece con retraso. También estuve demasiado liado ayer. Pero para bien, con gusto, que “la sarna con gusto no pica”. Resumiendo, para los que no lean más allá del primer párrafo, ha sido un fin de semana espléndido, que he disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía.
Llevaba toda la semana esperando a que llegase el sábado porque quería ir a sacar fotos a los rincones de Vegueta, por donde hace ya mucho tiempo que no paseo con ese fin.
La propuesta para hoy puede considerarse como deporte de riesgo. Al menos para tu cerebro, porque se trata de que justifiques el no echar una mano para limpiar en casa, ni colgar ese cuadro que lleva esperando tres meses detrás de la puerta, o que no coloques ya la dichosa antena de la televisión, todo ello junto o por separado, leyendo. Sí, sí, has leído bien, se trata de que inviertas algo de tiempo en leer, que no solo de televisión se alimenta el cerebro (contando con que tengas neuronas para entender lo que acabo de decir, claro).
Jennifer, o Jenny, como la llamamos mi mujer y yo, es una chica bastante jovencita que tiene unas manos privilegiadas. Da unos masajes geniales que, mientras los recibes, dan ganas de que no acabe nunca. Siempre y cuando, claro está, no sea para eliminar contracturas y nudos generados por décadas de malos hábitos posturales. En esas ocasiones quieres que termine pronto el sufrimiento y te vas de allí sabiendo -y Jennifer lo sabe- que al día siguiente te estarás acordando de ella, y no precisamente para desearle lo mejor, ni a ella ni a sus familiares.
Los juegos de Hollywood, o Hollywood Goes Gaming, como se llama en su versión original, es un entretenido documental sobre la historia de la relación entre la industria de los videojuegos y del cine, siendo ambas las dos principales industrias de entretenimiento a día de hoy (la del sexo bajo demanda no es legal, aún). ¿Cómo que la industria del videojuego no da dinero? Si lo dice el Mundo tiene que ser completamente cierto, que fueron los únicos que dijeron la verdad sobre la conspiración del 11-M.