Creo que contaba con ocho años -puede que fuesen nueve, incluso diez- cuando tuve mi primer, y último hasta el momento, accidente de coche. La mente es muy curiosa. No recuerdo la edad exacta, pero sí muchos de los detalles de aquel día y de los posteriores. Camino del colegio me atropelló un coche que, según fuentes presenciales, adelantaba a un camión que estaba detenido delante del paso de peatones, invadiendo en el adelantamiento el carril contrario y llevándome por delante cuando yo salía, según conductor, corriendo de delante del vehículo detenido.
Llevo ya unas semanas contando batallas sobre el fanzine de la escuela de informática, la ya conocida Eyaculación Digital, y hoy no va a ser diferente. Del fanzine solía encargarme de la página de noticias que, desde luego, no eran más que tonterías extraídas y adaptadas a partir de los sucesos que acontecían en nuestro entorno durante aquellos años.
Ha sido toda una sorpresa tropezarme con los archivos conteniendo las noticias de tres de los números publicados, aunque no están todos.
No se le puede pedir peras al olmo (al menos al que no es transgénico), pero a un objetivo tan barato, se le puede pedir una más que decente calidad de imagen; aunque todo apueste en contra.
Recuerdo que lo compré a escondidas de mi mujer, que aunque es demasiado buena conmigo (y no me la merezco), le preocupa mi tendencia a despilfarran innecesariamente y, con ello, poner en peligro la economía familiar.
Suelo escribir los artículos de mi blog el día anterior. Generalmente por la noche. Sin embargo ayer la cosa se torció bastante. Después de satisfacer un antojo, saliendo a desayunar churros con chocolate, y pasar por Canaima a recoger un libro que tenía encargado, volvimos a casa con la intención de bajar a la playa un rato. Y ahí fue donde se jodió el plan. Debía ser el bochorno del día, pero al llegar a casa me quedé tumbado.
Querido lector, aunque tengo en poca estima tu capacidad intelectual, porque te tragas lo que te echen en la televisión, te ruego, no, te suplico de rodillas, que por favor no veas la serie de televisión Flash Gordon. Estoy convencido que no solo produce calentamiento global innecesario, también hace a la gente más idiota. Y tú ya estás en el límite que te diferencia de una ameba. ¡Por favor, no sigas por ahí!
Mientras me recupero de la molienda terrorífica de mi primera experiencia Shiatsu (sí, tienen razón: la primera vez duele), y me obsesiono por recordar dónde coño he puesto el puñetero DNI, que recuerdo ver por última vez el miércoles por la tarde, al tiempo que me planteo con cuál de los dos libros que acaban de llegar empezar primero, si con Dinámica de sistemas o si con Teoría de la decisión y de los juegos, miro mi monitor con una sensación de agotamiento absoluta y la mirada boba perdida en el finito universo de los píxeles tricolores, con la mente vagando por cielos y edenes repletos de vírgenes deseosas de sataisfacer todos mis deseos, que son muchos y variados.
Hoy jueves he decidido cambiar, al menos por una semana, los documentales por los libros. Si esperabas un documental tendrás que esperar, mucho me temo, a la próxima entrada de esta serie de artículos.
Acabo de terminar de leerme el libro El economista camuflado de Tim Harford. Ha costado que terminase de leerlo, porque llevo una época rehuyendo el libro impreso, forzando su disfrute exclusivamente a los veinte minutos antes de quedarme completamente dormido.
A vueltas con la Eyaculación Digital, aproveché mucho del material que había generado -excretado para algunos- durante los años anteriores. Creo que fue en COU cuando escribí unos pseudo versos porque detestaba el olor del tabaco y del aliento de la gente que fumaba. Al menos la primera versión, porque años más tarde, en segundo de ingeniería industrial, recuperé parte y reescribí el final. El segundo manuscrito aún lo conservo.
¿Cómo llevamos la pulsión de muerte? ¿En particular el deseo de ver a tu jefe repartido por FEDEX, en cachitos casi infinitesimales, alrededor del planeta? Bueno, para tranquilizar los ánimos y desconectar un poquito, preparando la mente para el lunes, vamos a dedicar otro día de domingo a desarrollar los buenos hábitos que requiere la gente sana y que se refleja, mejor que en cualquier otro arquetipo, en el perfil del jugador casual.
¿Qué? ¿Cómo llevas las excusas para escaquearte de las labores del hogar? ¿Se te han acabado y tu pareja parece insistir demasiado en que cojas la aspiradora y te pongas a mover los muebles para abducir polvo que lleva generaciones debajo de ellos? Bueno, no te preocupes, que hoy voy a darte otra excusa para no mover tus articulaciones más allá de lo necesario que requiere manejar el mando a distancia de la televisión y del vídeo.