Tesoros perdidos reencontrados (IV): Las hormonas poéticas
Hubo un tiempo, de prolongada y casi perenne adolescencia difícil, en que era muy enamoradizo y tenía los sentimientos -los buenos y los malos- a flor de piel. Un día, hablando con una buena amiga a la que quería con locura (en el sentido platónico de amistad), le solté lo que pondré a continuación. Le gustó mucho, así que lo usé en más de una ocasión cambiando la destinataria. Un claro uso de reutilización de algoritmos.
Cuando la Muerte venga a recogerme y a mi espíritu llevarse, un último hálito de gratitud daré. Daré gracias por el tiempo vivido, Daré gracias por haberte conocido.
Me lo encontré apuntado entre cientos de cosas que debería haber tirado hace mucho tiempo.
Otro que también fue de su agrado, y usé mucho:
Cuando el Sol se pone, la única luz que me quedas eres tú.
Hay que ver lo giliñanga que era con esa edad (que espero ustedes crean que era menor de la que realmente tenía). Mucho romanticismo pero poco ligue es lo que tiene: te ablanda la sesera.
Son de libre uso (algo como el Creative Commons). Eso sí, usarse con moderación. Pueden herir corazones si no se emplean con cautela, discreción y de la forma correcta. Como los esteroides.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔