¡Por fin es lunes!
Ayer no hubo ‘píldora’. Estuve demasiado liado el sábado. Y la de hoy aparece con retraso. También estuve demasiado liado ayer. Pero para bien, con gusto, que “la sarna con gusto no pica”. Resumiendo, para los que no lean más allá del primer párrafo, ha sido un fin de semana espléndido, que he disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía.
Llevaba toda la semana esperando a que llegase el sábado porque quería ir a sacar fotos a los rincones de Vegueta, por donde hace ya mucho tiempo que no paseo con ese fin. Con ello en mente le había pedido a Pablo que me devolviese el10-20 que le había prestado. Desde hace bastante tiempo tengo una serie temática de fotografías que quiero hacer y quería empezar a experimentar. Y lo deseaba porque estábamos teniendo un tiempo soleado de lujo, de esos que hacen que los colores resulten magistralmente vívidos. Sin embargo la semana se torció desde el miércoles, lloviendo constantemente -con calor tropical- y presentándonos un temporal el jueves que derribó más de algún objeto de volumen considerabl, con el subsecuente atasco en carretera. Con esos antecedentes ni me molesté en preparar el equipo fotográfico cuando salimos a comprar al Mercado y luego a desayunar chocolate con churros. Hace ya un par de semanas que estamos fomentando el salir a desayunar chocolate y churros en Montesol, al lado del Parque San Telmo. Nos levantamos temprano y aprovechamos la mañana haciendo mil cosas, entre las que no estuvo, luego me arrepentí, sacar fotos. Aunque reconozco que cundió mucho el sábado, en particular su mañana: Mercado a comprar frutas, verduras y carne, Correos a recoger el libro Mac Game Programming, que compré en Amazon por 1$ más gastos de envío. Visitas a familiares. Visita rápida al videoclub para alquilar un par de películas Blu-Ray y un videojuego. Un buen almuerzo y disfrutar la tarde con mi sobrino y la PlayStation 3. Como digo, un sábado genial en el que ni me acordé de la existencia del ordenador.
El domingo se presentó aún mejor. A las ocho en planta y un día soleado que invitaba a pasar unas horas en la playa. Tentación a la que no quisimos ofrecer resistencia. Almuerzo tardío y disfrute -más bien sufrir- la película Sweeney Todd, porque aunque sigo alucinando con la calidad del Blu-Ray -y no entiendo cómo la gente sigue prefiriendo las malas copias en DivX-, las películas si son malas son malas independientemente de la calidad de imagen con la que las veas. Aunque hace más llevadero ver con claridad la barba de dos días del personaje y no una masa borrosa de algo que parecen poros. Visita familiar por la tarde, etc., etc. Ayer domingo tampoco toqué el ordenador. Un fin de semana sin apenas acordarme de él más que para comprobar cómo iban las descargas de algunos capítulos de series de televisión que iré viendo cuando tenga tiempo.
En fin, que ayer no me tomé la píldora y hoy llega tarde. El escribir los artículos la noche antes tiene ciertos riesgos, como pasarlo tan bien que te olvides de tomar la medicina. En particular los fines de semana. Pero tendré que tomar serias medidas al respecto, porque la salud de mis fieles lectores (que serán dos o tres, incluyendo a mi preciosa esposa entre ellos), no se puede poner en juego.
Hoy me he levantado tarde. Y he llegado tarde al trabajo. No me importa, saldré más tarde para compensar. Pero he disfrutado del paseo hasta la puerta del trabajo. Soy, como ya he aclarado y declarado varias veces, defensor activo -que predica con el ejemplo- del transporte público. Y hoy es uno de esos días en los que, si tuve alguna duda o caí en debilidad en algún momento tras aguantar sudores y calores compartidos con otros pasajeros, no he podido más que auto agradecerme el prescindir de un coche con el que, además de contaminar y ayudar a que la gente muera de cáncer de pulmón, me perdería embrutecido al volante esos preciosos amaneceres que sólo se presentan en días limpios, con la mar como un plato de tranquila que estaba, y que pronostican que hará un agradable calor durante toda la mañana. Da gusto venir a trabajar así, despreocupándote de cómo los animales que conducen se entorpecen unos a otros y se frustran constantemente porque tienen que estar atentos al resto de animales, sea para joder o para no ser jodido, y no poder disfrutar de un amanecer de lujo como el de hoy. En estos días llegas a reconciliarte con el género humano, que no la especie.
Cuando salgo tarde de casa empleo una combinación de guaguas diferente para llegar al trabajo. Suelo tardar más o menos lo mismo, pero la mayor parte es esperando en la parada, al aire libre, y no dentro de la guagua. Estaba tan a gusto viendo amanecer, que en el Teatro me detuve un momento para intentar sacar una foto del mismo. Lástima que ya no esté acarreando la Nikon D50 conmigo cada día, pero es que el bolso ahora mismo va a reventar con el almuerzo y resto de cosas que necesito para pasar el día fuera de casa. Como digo, una pena, porque el N73 no da para gran cosa.
En fin, que hoy es uno de esos días en que agradeces estar vivo y que sabes y eres plenamente conscinete, te depare lo que te depare el resto del día y el futuro inmediato, cercano o lejano, en que si te encontrases cara a cara con una figura cubierta con una túnica negra y portando una guadaña entre sus esqueléticas manos, la mirarías a la cara, con una sonrisa en la tuya, y le dirías “que me quiten lo bailao”. Y para colmo hay un par de proyectos interesantes en los que estoy trabajando. ¿Me vas a negar que hoy es un gran día?
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔