Un documental que deberías ver: Cuando el petróleo se acabe
Seguramente tu mayor aspiración en la vida sea y será demostrar a tus amigos de infancia y adolescencia cuan lejos has llegado en la vida. Seguramente, también, para eso pienses que la mejor forma de dejarlos boquiabiertos sea comprarte un pedazo de buga que le quite el hipo hasta al cura de tu parroquia que, mientras te toqueteaba, te decía cuan importante era el valor de la humildad. Sí, de esos que tienen tantos caballos que si lo pusieses en vertical te llevaría directamente a La Luna. Lo peor es que seguramente seas tan descerebrado que no pienses más que en cómo va a flipar -y cómo se va a morir de envidia- la piba que te dijo que no se lo tragaba cuando tenías 17 y, enfadado, le espetaste algo así como “¡Pues cuando tenga el buga no te voy a llevar a ninguna parte, [censurado]!"; o en cómo van a chismorrear las vecinas de tu madre cuando vayas a visitarla y dejes tu supercoche todo terreno, con un depósito que no se mide en litros, sino en hectolitros de gasolina, delante de la puerta del edificio para que a todas esas viejas arpías les queme por dentro el odio. Si sólo te preocupan estos términos en tu fantasía de éxito, entonces poco vamos a poder hacer ya por ti; pero cuánto vas a dar por el orificio excretor al resto de la humanidad.
Ahora bien. Existe la posibilidad, tal vez muy remota -e impulsada por una neurona acorralada que grita desesperada contra el ejercicio de la mediocridad que realiza el resto-, de que creas que esa actitud a largo plazo no te esté llevando a muy buen término. Que tal vez, más allá del calentamiento global, del que hasta crees que es positivo porque te ahorras una pasta en ropa de invierno, la historia esa de la gasolina, lo cara que está y la cantidad de bolsas y plásticos que no se reciclan, puede llegar a suponerte un problema, a ti y al resto de las personas de, al menos, la zona residencial de triplexs adosados, con 20 metros cuadrados por planta, donde decidiste establecerte para hacerle una tribu de hijos a la parienta. Por cierto, ‘largo plazo’ no significa el mes que viene, como sueles creerte. Si, como decía antes, parece que tienes un poco de inquietud por qué pasará mañana con el petróleo y en cómo te va a afectar a ti y a tu nuevo y flamante coche, entonces te recomendaría que dediques algo de tu reducido intelecto a ver el documental Cuando el petróleo se acabe. Que también se podría haber titulado “el día que nos comimos unos a otros, crudos, porque no había gasolina con la que prender la barbacoa”.
El documental en cuestión forma parte de una serie con el denominador común “If” ("¿Y si…?”, en traducción libre), y presenta una dramatización de un futuro no demasiado lejano (año 2016), pero que ha sido producido una década antes, en el que el líquido de la vida económica e industrial no desaparece completamente, pero es tan absurdamente caro -el poder de la escasez-, que para la gente común es como si no existiera. Un artículo de superlujo, vamos.
Mientras unos actores con cualidades artísticas más o menos afortunadas te van representando la película, y unos entendidos en la materia te van explicando qué se puede prever que pase en ese futuro tan jodidamente malo que se presenta, te van prediciendo a cuánto estará el barril de petróleo en tal o cual año. Eso me hizo particular gracia, porque ya lo tenemos más caro de lo que preven en el documental. Así que es posible que, si no nos hemos extinguido tragados por un agujero negro cuando ayer pusieron en marcha el Gran Colisionador, entonces es posible que el fin del Mundo, tal como lo conoces a día de hoy, se acabe antes del 2016. Olvídate por completo de disfrutar de Miss Universo 2012.
El final del documental te lo presentan pesimista, pero en un tono demasiado light para mi gusto. La realidad, sospecho, es que será terriblemente más cruento, desproporcionado y desagradable. Y es que en el fondo tengo muy poca fe en la Humanidad.
En fin, que espero aún te quede una neurona y consigas vencer la vanidad, optando por un coche que consuma mucho menos o, como es mi caso, por el transporte público o la bicicleta. A ver si conseguimos que el Mundo no se vaya al garete en los próximos años. Y si tienes alguna duda de que eso pueda pasar, no está de más que te veas el documental. Tal vez entres en razón. Eso sí, no vuelvas en plan ecologista a tu barrio porque tus amigos se van a reír de ti y tirarán y pisarán de nuevo tus gafas, como te hacían cada día a la salida del colegio, cuando soñabas en el día en que tendrías tanto éxito que se iban a mear en los pantalones.
Ahora bien, si, por el contrario, eres una persona que se considera activista, preocupada por su entorno y su futuro, que llora de impotencia viendo Una verdad incómoda y que cree que realmente el futuro de la especie no pinta muy bien, entonces este documental no te va a aportar nada nuevo a tu angustia existencial. Aún así, no perderás nada si pasas el rato viéndolo. Hasta puede que te diviertas.
Te diría que lo comprases y tal, pero como ha sido retransmitido por cadenas de televisión generalistas y gratuitas, no es plan de que hagas el primo pagando por él. Recurre a las mafias del P2P para hacerte con tu copia legal. O acude a los inmensos repositorios de vídeos, que a cachos te lo ofrecen para su disfrute.
La semana que viene más.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔