Crecimiento sigmoidal y mercado inmobiliario
Hace una semana aproximadamente, mientras la chica que iba sentada a mi lado en la guagua leía una novela romántica, yo iba quemando mis retinas en el libro Dinámica de Sistemas, de Javier Aracil y Francisco Gordillo. En un momento dado me tropecé con el siguiente párrafo:
Al considerar el proceso de crecimiento asociado a un bucle de realimentación positiva se indicó que en realidad todo proceso de crecimiento, más pronto o más tarde, se encuentra con unos límites. Ello es debido a que la espiral de crecimiento produce, aunque sea de forma no deseada, efectos secundarios que eventualmente conducen al agotamiento del proceso de crecimiento. No había terminado de leer el párrafo, el primero del apartado que presenta el ‘arquetipo del crecimiento sigmoidal’, vino como el relámpago la idea de lo que ha pasado con el mercado inmobiliario (aunque hay quien sigue negando que eso deje de crecer nunca, que es un bache transitorio).
Por cierto, sí, soy un tipo muy raro, de gustos atípicos, que cuando va en la guagua gusta de leer libros que otra gente no leería salvo que el aprobado les fuese en ello.
Hace unos días, pasando delante de un televisor, me detuve un momento a escuchar los lamentos de una chica que había comprado un chalé por encima de sus posibilidades y que, dado el retroceso del mercado, no conseguía venderlo por la cantidad que necesitaba para saldar su deuda. Junto con su novio habían comprado dos casas para esperar y venderlas, sacando un dinero con ellas -eso se llama especular-, y así poder comprarse un piso más normalito, según entendí, en el que irse a copular como animales. Tres mil euros -se dice pronto, en tres palabras- pagaban cada mes y cada uno seguían durmiendo en casa de sus padres porque no les quedaba para vivir después de pagar los recibos. Y recordé el famoso dicho “que sea otro el que gane la última peseta”, que esto es lo que pasa cuando apuestas a la ruleta.
Por cierto, no sentí ninguna pena por ella ni por su novio.
Hace aproximadamente diez años, hablando con mi madre, una persona a la que admiro por su inteligencia y con quien se puede hablar de estos temas, y de muchos otros, le expresaba mi preocupación por cómo se estaba sobrexplotando el territorio, principalmente el litoral, y lo que estaba suponiendo en el incremento del precio de todo. Le vaticiné mucho dolor y sufrimiento en “diez o quince años”. Resultaron ser diez, no quince. Claro que no tiene mucho mérito, observando el panorama, decir que yo ya lo había visto venir. Habrán salido diez mil más, como yo, que dirán que ellos ya lo sabían. Y mi opinión tampoco tenía valor entonces porque no era -ni lo soy- experto en materia. Pero tampoco había que ser muy inteligente para entender que todo lo que sube tiene que bajar y, a veces, en la caída puede romper algún que otro cráneo. Pero como la masa es estúpida, prefirió creerse las grandes mentiras de los medios. He dicho que la masa es estúpida, no las personas. El individio simplemente es idiota.
Volviendo al libro que comentaba al principio, unas pocas páginas más adelante, pero unos cuantos días después -distribuyo mi tiempo de lectura entre varios libros-, presentando el ‘arquetipo de la adicción’, leí el párrafo:
Un tipo de situaciones con el que frecuentemente nos encontramos es aquel en el que se manifiesta un síntoma problemático que requiere atención. Este síntoma está producido por un problema subyacente que resulta difícil de tratar, bien sea porque no se conoce bien, o porque resulte costoso el afrontarlo. Es este tipo de situaciones es frecuente que se traten los síntomas sin resolver el problema fundamental. Con estas actuaciones es posible que se obtengan éxitos a corto plazo sobre el síntoma; pero se mantiene inalterado el problema fundamental. Es más, posiblemente se vaya atrofiando la propia capacidad de afrontarlo.
¿Adivinan que vino a mi mente? Sí, los 700.000.000.000 (es mejor escribirlo en cifras que poner ‘700 mil millones’; impacta más) que Bush quería inyectar para salvar al pueblo americano, cuando ese es el síntoma, no el mal de fondo o la causa real, lo que está bastante bien explicado en este vídeo humorístico. Pero a ver quién es el guapo que le dice que el petróleo iraquí no le va a reembolsar ese pastizal.
En situaciones tensas como la actual, mucho antes de las crisis, enseguida la tendencia es buscar culpables. En las crisis ya no se buscan culpables. El sufrimiento es tan generalizado y la gente está tan embrutecida que apenas importa ya quienes fueron los que condujeron a la situación. En las crisis la gente mata por comer. Pero como aún no la hemos alcanzado, como decía, lo que se buscan son culpables para explicar porqué lo estás pasando mal. No te preocupes, está más cerca de lo que piensas: ponte frente al espejo. ¿Acaso te tiras por un barranco sólo porque te dicen que es guay? ¿Te metes en una hipoteca que supone las dos terceras partes de tu sueldo y el de tu mujer juntos solo porque te dicen que es lo que hay que hacer?
En fin, que esto es lo que hay, y es lo que parece que se viene. Lo cierto es que parece que cada generación, o cada generación y media, tiene que vivir su crisis existencial, la que la identifica frente a la siguiente. La nuestra será la generación de las hipotecas basura y de cómo un modelo basado en la compra de una vivienda será sustituida por un mercado de alquiler. Sospecho que la próxima generación verá como normal alquilar en lugar de comprar. Es posible que, con ello, se consiga que el mercado abarate el precio. Con tanto piso sin usar, si quieres tener alguna posibilidad de sacar algo a tu piso, preferirás bajar el precio del alquiler a no tener a nadie viviendo en él. En veinte años, el deseo de poseer una casa habrá desaparecido. Será la generación del alquiler.
Hasta entonces mucha gente sufrirá y lo pasará realmente mal. Y si eres de los que se tragaron la película del eterno crecimiento inmobiliario y apostó su pequeño ahorro al cuento de la lechera, entonces no te quedará más que llorar como sintecho lo que no supiste vender como especulador inmobiliario.
Actualización (3/10/2008): ¿No querías sopa? ¡Hala! ¡Toma dos tazas! ¿No se te aprieta el agujero del culo leyendo estas cosas? Pues nada, ya sé que no me compraré nada más hasta dentro de 4 años.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔