Tardes de sofá: ReGénesis
¿Seguimos buscando formas para escaquernos de las obligaciones domésticas? Tu casa ya debe parecer un basurero, tantos fines de semana escaquándote como un perro. Eso y que tu pareja ya debe estar deseando que te pase un camión por encima de la cabeza por no echarle una mano. ¿No es así? Bueno, tú tranquilo y siéntate a gusto en tu sofá favorito, que hoy te ofrezco pasar el rato con la serie canadiense de televisión ReGénesis.
La serie presenta continuidad de un capítulo a otro, que -salvando las oportunas distancias- parece una especie de 24 horas, pero buscando explicación a -y descubriendo lo que se esconde detrás de- brotes mortales de infecciones, que a veces resultan fortuitos y otras veces resultan ser obra de uno o varios hijos de puta con muy mala leche. Tiene que ser que tu madre no te diese teta para querer diseñar un organismo que se coma tus pulmones y te haga echarlos por la nariz de forma tan dolorosa que preferirías escuchar todos los discos de Manolo Escobar remezclados con Metallica antes de soportar un minuto más el sufrimiento. Es de persona ruin, sin duda.
Como son áreas que no domino lo más mínimo, la biología y la genética, para mí todo lo que te cuentan me suena a ciencia ficción de género fantasioso, pero lo hacen tan bien que te crees que sea cierto. Y es que preferirás creer que eso es fantasía, porque como sea cierto te va a entrar cagalera de la buena. Mira que hay bichos malos que te lo pueden hacer pasar realmente mal.
El caso de investigación principal, conductor -en algunos casos- de muchos capítulos, se va entremezclando con tramas secundarias, traiciones gubernamentales e industriales, bacterias muy cabronas que se comen todo lo que le echen, y las relaciones de los personajes, un clan de científicos con cerebros superdotados, dirigidos por una pseudoespecie de Casanova del quiminova, que se cepilla a una distinta en cada capítulo, y que entre bacteria y bacteria tienen tiempo para demostrar sentimientos hacia algo más que sea un tubo de ensallo con una muestra orines de hongo. Para satisfacción del respetable, los actores interpretan sus papeles de forma bastante creíble, salvo el mejicano, que es al que no le termino de pillar el punto.
Por desgracia es una serie que temporada tras temporada va perdiendo fuerza e interés, como ‘Perdidos’, aunque hasta la tercera ha mantenido el tipo. Hace poco las mafias de P2P han empezado a distribuir la cuarta en la lengua de Cervantes. Espero empezar a verla dentro de poco. Cuando haya terminado de producir, eso sí, mi propia variante de Streptococcus pyogenes para que necrotice y se coma tu ‘cosita’, si eres de los del sexo colgante, o tus mamas, si eres de las que lo llevan por dentro. Después de eso ya podré ponerme con la cuarta temporada.
Si eres un hipocondriaco, o un maniático-depresivo obsesivo compulsivo en su variante de no tocar nada para no infectarse y lavarse las manos hasta hacerse sangre, entonces ni te acerques a la serie. Como bien sospechas, los virus chungos se contagian con solo mirarlos, incluso si están en el televisor. Ahora bien, si te atraen las tramas tipo ‘24 horas’ pero con bichos mutantes únicamente visibles con microscopio electrónico, para los que eres comida indistintamente de si eres un camello, un melón, una lechuga o un ser humano (o al menos con la forma), entonces pasarás un buen rato viendo cómo se las gastan algunos patógenos y el cabrón que los parió. Y puede que hasta te hagas una camiseta con un lema del tipo “yo tambien soy un virus”.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔