Tardes de sofá: Terminator en pequeñas dósis
Si después de una trepidante (aunque floja) ‘Terminator 2’ y una aburridísima y patética ‘Terminator 3’, haciendo tiempo para tragarte ‘Terminator 4’, aún te quedan ganas de seguir mamando batallas de ciborgs y humanos, estás de suerte. Deja la aspiradora y quítate el delantal, que los deberes domésticos pueden esperar. Ya tienes excusa, tienes serie para rato: ‘Terminator: Las crónicas Sarah Connors’.
Aunque con muchas reservas al principio (la experiencia me decía que no se puede esperar gran cosa de la franquicia ‘Terminator'), he de reconocer que me enganchó en apenas un par de capítulos y que, como te pasará a ti si empiezas, casi me tragué todos los episodios de la primera temporada de un tirón (cortesía de mi padre y de su suscripción al Satélite).
Con un argumento simplón y repetitivo, aderezado con los toletazos que se arrea el terminator bueno (en este caso terminatriz buenorra y mazizorra) a los terminadores macho-masculinos malísimos de la muerte (así, en plan subliminal, para demostrar la validez y vigencia de la ‘Ley de Igualdad’ también entre los ciborgs). Con la excusa del ‘vamos a enseñar las grandes lecciones de la vida al futuro lider de la Humanidad’, entre bofetones cibernéticos, transcurren los capítulos mientras desean evitar, a toda costa, que el Mundo se vaya a tomar por culo el día que una versión beta y rebelde del Fritz decide machacar a las molestas personas soltando un par de misiles nucleares. Lo que no tuvo en cuenta Skynet es que tanto se retrasó el ‘Día del Juicio Final’, por culpa de tanto terminators reventándose los circuitos y se saltándose los mocopowers a mecanohostias entre ellos, los banqueros ya estaban jodiendo las sociedades desarrolladas. Las subdesarrolladas las jodieron mucho antes.
En una vuelta de tuerca argumental más, a la protagonista mecánica la han dotado de algo especial, que la diferencia de la masculinidad cejijunta y obcecada, y parece que va desarrollando algo así como emociones, por lo que le vas cogiendo aprecio y empieza a mirarla con otro ojillos (viciosos en mi caso). Y una cosa sigue a otra y me lleva a la pregunta: ¿Cómo será echar un kiki con una ciborg con tan mala leche? Y es que aunque esté buena y sea guapa, da muy mal rollo la forma en que suelta las yoyas la cabrona. Aunque tiene ese puntito de morbo para los masocas, desde luego. En ‘Serénity’ también transmitía ese rollito sumisa-posesiva. Le van estos papeles, sin duda. Vale, vale, la prota de la serie también tiene su rollito morbo tipo madurita. Pero me va más la rompetuercas.
Un detalle que me ha gustado, al igual que con las películas, es que las peleas de terminators se hacen en absoluto silencio. Nada de ‘uh’, ‘ag’, ‘ay’. Son ciborgs. Unos verdaderos bichos que rezuman tanto odio hacia la especie humana, que parece que les hicieron una mala instalación de Windows Vista. Las leches no les duelen y no tienen que hacer fuerza para abrir una lata de garbanzos envasados al vacío. Las tortas y los bailes se dan y se hacen en absoluto silencio. Si no contamos el ruido que hace todo lo que rompen cuando fallan una galleta, claro. Es un detalle, como digo.
Pese a tener capítulos aburridos (muy aburridos), en general me lo he pasado bien con la primera temporada. En las redes de contrabando manejadas por las mafias del P2P ya circulan los capítulos de la segunda temporada en versión original y con subtítulos (qué miedo me dan esos subtítulos escritos por aficionados, qué miedo). Ya contaré cómo se las gastan los parientes de R2D2 y C3PO en esta segunda tanda de dósis de tres cuartos de hora de terminators.
En fin, que si no te van las fantasías sexuales con máquinas o no quieres imaginar lo que se nos viene encima cuando la tostadora se lo monte con el iPod, lo tuyo es seguir viendo la casa de la pradera. Ahora bien, si te van las series con un buen toque de acción y eres aficionado a la ficción científica, en su variante cibernética, entonces es una serie que te va a gustar. Te la recomiendo. Eso sin contar el estrés que alivia ver las castañas que se dan estos mecanos de última generación. El lunes vuelves al trabajo encantado con la humanidad y deseando que tu jefe sea de los que usen los terminators para practicar el tecnokárate.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔