Tesoros perdidos reencontrados (XIV): Algunos diseños
Al poco de llegar el primer PC a casa, por el año 90, mi padre, deseoso de incorporar las nuevas tecnologías a su repertorio técnico, me obligó a conseguirle, contra viento y marea, e incluso jugándome el plato de lentejas si no lo traía pronto, un programa del que le habían hablado maravillas y que se llamaba -y llama- Corel Draw. Al final se llevó un pequeño chasco, porque aunque lo usaba con frecuencia, no era la herramienta que esperaba. El eterno problema de la gestión de expectativas. De las películas que nos montamos nosotros mismos, claro. La gestión de clientes es otra cosa.
Al final, el que le acabó cogiendo el gusto al Corel Draw fui yo. Aunque no le alcanzo la suela del zapato a mi padre en cuanto a capacidad pictórica y artística, siempre me ha llamado mucho la atención el diseño gráfico. Me gusta y, de no haber sido siempre tan dejado y abandonado (mi madre sugiere el término ‘ganso’ para decir lo mismo), le hubiese dedicado más tiempo a intentar aprender más sobre la materia. No le he dedicado mucho tiempo al asunto, pero sí que me gustaba ‘hacer mis pinitos’ con el programa de diseño. Al menos lo básico.
Sin tener puñetera idea de tipografías, de gamas cromáticas y Pantone, de equilibrios en composición, ni de las mil polladas elitistas que manejas los diseñadores de renombre, sí aprendí lo justo y necesario para resolver mis cosas con cierto toque artístico, si se le puede llamar de alguna forma a lo que me salía. Así no era extraño que me montase cada mes una hoja con el calendario para ir apuntando las cosas que tenía que entregar (y que no entregaba, claro).
O que de vez en cuando le echase una mano a un conocido preparándole un pequeño cartel en el que publicitar su actuación…
Incluso que hiciese algún diseño para papelería corporativa de una empresa. En particular el siguiente diseño es el que hice, a mediados del 98, cuando, aún trabajando como autónomo, estuve a punto de montar mi segunda ‘gran’ empresa con un compañero. Tan ambiciosos éramos que ya lo llamábamos ‘grupo’ desde el principio. En realidad no éramos más que dos muertos de hambre con pretensiones empresariales que seguíamos dependiendo de nuestros progenitores para tener el dinero suficiente con el que coger la guagua.
Hice otros diseños, la mayoría bastante malos (valga para confirmarlo la muestra que dejo), pero el tiempo y el descuido hacen que encontrarlos y recuperarlos resulte en una práctica cercana a la ciencia ficción. Tal vez cuando siga removiendo los cientos de megas que recopilé la última vez que estuve buscando entre los cd’s viejos, vaya apareciendo algún otro dibujo que merezca la pena presentar.
Por cierto, como hace tanto tiempo de esto, las fuentes de texto que empleé originalmente ya no están disponibles en el nuevo ordenador, así que se han sustituido automáticamente por las que el programa consideró mejores candidatas. La verdad es que tampoco importa mucho.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔