Resumen de la semana pasada, semana de vacaciones
Los miércoles suele ser el día reservado para el anecdotario personal; aunque también caben las cosas -¿cómo no?- que me de la gana contar. Así que hoy he decidido aburrir con un resumen breve (cuando la brevedad nos es una de mis virtudes), sobre las boberías que hice durante la última semana de febrero, que cogí de vacaciones a cuenta de días que aún me quedaban de 2008. Y me siguen quedando otros dos que, crisis mediante y si llego contratado, tomaré en Semana Santa.
Como todas las semanas de vacaciones que se toman completas, no empiezan en lunes, ni en el domingo anglosajón, empiezan el viernes justo de la semana anterior. Siempre y cuando no tenga que trabajar en fin de semana, que no es mi caso. Debo decir que mis vacaciones, o sea el viernes, empezaron ligeramente mal. Estando ya en casa preparándome para una buen masaje, me entero que en la central habían despedido, crisis maldita, a una persona a la que tengo en alta estima. Una verdadera lástima, pero sospecho que no tendrá difícil, con su alta cualificación, encontrar otro buen trabajo.
Ya contando los días de vacaciones, que en la empresa para la que tengo el placer de trabajar se cuentan únicamente los laborales, el lunes acompañé al amigo Luis a sacar fotos en el Jardín Canario. Cada cierto tiempo me gusta visitarlo, el jardín que no al amigo; aunque la vegetación suele tener la mala costumbre de no cambiar demasiado con los años. Al menos de forma marcadamente brutal. De esa manera que te hacen exclamar, “¡coño! ¡qué gordo estás!”.
Allí, además de subir tantas escaleras que pensaba que perdería el conocimiento de un momento a otro, y a saber lo que habría hecho el degenerado de mi amigo encontrándome inerme tumbado, tenté nuevamente la suerte con la técnica macro, haciendo uso del Nikkor 105 f/2.8 que heredé de mi padre, quien ha tomado la sabia decisión de no esperar a diñarla para hacerme entrega de él. Lo que, además, le permite disfrutar de las fotos que hago en vida.
Para esta entrada elegí un par de intentos:
Con la primera tuve el acierto de usar el trípode, con una rótula un tanto exasperante que tiene mecanismos independientes para mover en cada uno de los tres ejes. Lo que, como digo, puede llegar a ser algo exasperante. En cuanto a la segunda fue un intento, otra vez infructuoso, de hacer una fotografía macro a pulso de dos arañas que, a simple vista, no existían; pero que parecían estar dándose el lote. En realidad la que parecía darse el lote era la del culo gordo. Sospecho que la otra ya estaba más tiesa que el trozo de carne que sueles olvidar al fondo del cajón del congelador durante tres meses. De vez en cuando se la veía mover una patilla en un fútil intento de oponerse a que sus jugos viales fueran traspasados, por dedicada y decidida absorción, a su prima.
Saliéndome ligeramente del tema, nada más incorporarme esta semana al trabajo, me he llevado la grata sorpresa de recibir un __flickrcorreo __pidiéndome permiso para usar la primera foto en la revista Jardinería Profesional. Mentarán mi autoría y me remitirán un ejemplar por correo. Si es que al final la usan. Pero la usen o no, no deja de ser un motivo para hincharme el ego a lo Nacho Vidal.
El martes, festivo en Las Palmas, resacado por acostarme bastante tarde (¿las tres de la madrugada puede considerarse tarde o temprano?), opté por quedarme en casa trabajando en el fotolibro de París, que a este ritmo terminaré dentro de otros dos años. Ya no te digo el de La Gomera, que aún no he terminado de posprocesar las imágenes en formato NEF. Paciencia, querida esposa, paciencia.
El miércoles arriesgué mi propia vida yendo en transporte público hasta Arinaga, que tiene un paseo marítimo espléndido para pasear, preferiblemente en un día soleado como el que tuve suerte de vivir, y que tiene sitios donde se podría obtener alguna imagen interesante. Pero aunque esta semana podría calificarse de semana temática de la fotografía, no llevé la cámara conmigo. Iba a recibir, y recibí, un magistral masaje de manos de Jenny. Dos horas recolocándome músculos y huesos de cuya existencia mi parte consciente se negaba a reconocer. Principalmente porque si les presto asunto me doy cuenta que no están donde deberían y, lo quieras o no, duele. Mucho.
Jueves y viernes repetí la misma rutina, aproximadamente. Me levanté a la misma hora en que me levanto cuando voy a trabajar. Desayuné con mi preciosa mujer, tal como desayuno cada dia. Me vestí y cogí la guagua que suelo coger, con ella, para ir a trabajar. Una vez en el Teatro ella se dirigió a su trabajo y yo me dediqué a pasear por Triana, primero, y luego a recorrer toda la avenida hasta Las Alcaravaneras. Y volver hasta el Teatro. Según el __googlimapímetro __eso son unos 10 km. No es raro que el viernes tuviese una ampolla en el talón izquierdo que me dolía una barbaridad.
Salvo el trípode (a ver el gracioso que hace un chiste con “trípode” y “ampolla”), iba con todo el equipo fotográfico cargado a la espalda. Ya he dicho antes que esa semana iba a ser la semana temática de la fotografía; y salvo por un par de días, lo cumplí.
Una verdadera lástima que fuesen un par de días con calima, lo que dificultaba obtener fotografías nítidas de los barcos que desde hace bastante tiempo tienen por hábito fondear en la costa, frente a la Avenida Marítima.
Si nada se tuerce, este próximo domingo iré con el amigo Sulaco a echar unas fotos a Palmitos Park y, en apenas unas cinco semanas más, volveré a tener vacaciones. En Semana Santa espero volver a perderme por la ciudad, incluso más lejos, a seguir exprimiendo el obturador de mi adorada D200. ¿Alguien que quiera apuntarse?
En el apartado consumista extremo, ese que me caracteriza y que demuestra que soy hijo de quien soy hijo, me arrojé a Media Markt a comprar un disco duro externo de un terabyte que ya tengo casi completamente lleno, principalmente con la copia de seguridad de fotos y tropecientos documentales que mi padre me envía, grabados del satélite, y también malgasté en algún que otro electrodoméstico dedicado al ocio que no merece la pena ser mentado, de momento.
A lo único que lamento no haber podido dedicar más tiempo es a visitar a amigos que hace tiempo que no veo. Bueno, en Semana Santa, habrá más.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔