Tesoros perdidos reencontrados (XX): mis primeras webs personales
Confesaba hace unas semanas que tengo la extraña filia de buscarme, cada cierto tiempo, en Internet. ¿Variante de la egolatría? Pongo mi nombre y apellidos en el buscador y reviso lo que aparece. Así fue como me tropecé con la vieja práctica de Ingeniería del Conocimiento, que supuso la calificación de matrícula de honor para todos los componentes del grupo. O que se usan mis fotos (con licencia CC) en algunas webs. De hecho ese es el principal motivo por el que practico esta forma tan extraña de egolatría. Me sorprende que sigan apareciendo correos que escribí hace una eternidad al grupo de PostgreSql. Pero lo que más me sorprendió fue tropezar con una de mis primeras páginas Webs personales.
Tal vez esta entrada suene a “este quiere hacerme creer que lleva con esto más que yo”, pero lo cierto, y si me conoces un poco no lo dudarás, siempre he sido bastante exhibicionista. Mi tema favorito de conversación suelo ser yo mismo. Este puntito exhibicionista se combina con un sentimiento de reserva intenso. O tal vez debería decir de vergüenza. Compleja combinación, lo sé. El caso es que al poco de tener Internet en casa (que era la de mis padres por entonces, y ahí ya teníamos __banda estrecha __a finales del año 95, con módem de 56 kbps), me puse a diseñar mi hueco web. Uno donde poder enseñar el plumaje a gusto.
El primer proveedor que permitió publicar páginas personales, sin por ello pagar un duro de más -o, mejor dicho, incluido en el precio-, fue Arrakis. Así que, si la memoria no me engaña, a mediados del año 97 me hice un sitio con HTML con el nombre de Íkaro. No, no tengo nada que ver con un grupo de ocultismo que luego usó ese mismo identificador. Entre los soportes de almacenamiento recuperados, mis tesoros perdidos, encontré los diseños originales. ¡Qué cutrada, por dios!
El que me conoce sabe que tengo un carácter volátil y que pronto me aburro de las cosas. También que tengo pocas ideas, así que recurro a las mismas de forma cíclica y reiterada para rellenar mi existencia (véase el caso de la filatelia). Así que, la primera web, la de Íkaro en Arrakis, dejó paso a otras, que también abandoné, hasta llegar a la que monté en Jazzfree. Ésta última, que se encuentra ahora en otro dominio distinto al original, es la que actualmente sigue pudiendo encontrarse en Internet si buscas por mi nombre. ¡Ojo! Antes de que te lances, advertirte que el complemento WOT de Firefox te avisa que la web es altamente peligrosa. Parece que el hospedador tiene muy mala reputación. Allá tú si te adentras para visitarla. Quedas avisado.
Esto sucedía, otra vez si mi memoria no me engaña, a finales del año 2000. Desde entonces, y ya hasta el 2005, no volvía a hacerme notar en Internet. Entonces ya pasé a las bitácoras o blogs. Había incorporado su utilización en el trabajo a finales del año anterior, para gestionar proyectos. ¿Pero qué mejor proyecto hay en la vida que uno mismo? Desde entonces y hasta la fecha, cada cierto tiempo he ido machacando las que iba creando para, acto seguido, hacer renacer otra reencarnación para contar, una vez más, las mismas batallas. Es que soy muy volátil y tengo un repertorio de conversación muy reducido, como sabrán los que me han venido siguiendo y los que me sufren desde hace tiempo.
Antes de pasar a los blogs volví a intentar crear una sitio web porque me había empecinado en desarrollar mi innegable talento como diseñador web. Repetí esfuerzo, pero me quedé pronto sin fuelle. Nunca llegué a subir lo poco que tenía hecho. Había decidido, por esas cosas que uno lee por ahí, usar el rimbombante término ‘Centro Web de…’. Si no fuese por el hecho de defender a ultranza el derecho a errar y cometer estupideces, que ya van unas cuantas en mi vida, sentiría vergüenza de lo que acabo de confesar.
Tengo varios amigos que llevan con su presencia en la red desde hace unos cuantos años, lo que es una verdadera proeza de constancia y continuidad, merecedora de mi sincera y sana envidia. Yo me siento incapaz de mantener durante más de un año un mismo sitio. Puede que éste se convierta en excepción, cosa que a priori no creo. Para mí es heroico mantener un registro personal durante tanto tiempo. Dada a mi constancia por eliminar la versión anterior de mi bitácora, siempre da la sensación que soy un advenedizo. Aunque gracias al buscador de buscadores, y a la extraña persistencia del hospedador en mantener la web original, queda prueba de que yo me expuse en la red hace ya una década y que mi única constante es hacerme desaparecer cada ciento tiempo. Lo que tampoco sé si es tema de orgullo o una muestra más de mi inagotable capacidad para hacer tonterías.
Los diseños originales los guardaré para las futuras generaciones. Nunca se sabe con qué aberración de mi pasado querrán hacerme chantaje cuando esté forrado. O tal vez los pegue sobre unos lienzos y los venda a algún desviado japonés que lo considere arte. Nunca se sabe lo que pasará mañana.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔