Diseño de un experimento absurdo para medir el grado de incomodidad en el uso de los baños
Hace un par de semanas leí una entrada, Los baños de empresa son sistemas caóticos, del amigo Adastra, y teniendo reciente la lectura del libro ‘Las trampas del deseo’, se me ocurrió un experimento social. No sé si entraría dentro de la categoría de economía conductual, pero yo se los planteo igualmente y ya me cuentan su opinión al respecto.
Adastra comentaba que, pese a tener un letrero en los baños que su empresa que reza «__Deja __el baño como lo encuentras. Tus compañeros lo agradecerán», la gente pasaba olímpicamente y el baño acababa siempre como los zorros. Un asco, vamos. ¿Pero pasa la gente olímpicamente de esos letreros? ¿Realmente no tiene ningún efecto sobre el comportamiento de los excretores (los llamaremos de esa forma para despersonalizar el experimento :-D)? ¿Tiene algún efecto real y mensurable este tipo de mensajes? ¿O hay otros mensajes que resulten más eficaces para el fin que perseguimos? De ser así, ¿cuáles serían esos mensajes?
El experimento que se me ocurre es medir cómo influyen distintos mensajes en la gente. Si se cuenta con cinco cuartitos independientes con su respectivo retrete, se podrían poner diferentes mensajes y ver cuál es el que surte mejor efecto. Se sabe que la gente es susceptible a la forma de mensaje y a los términos en que se refiere el mismo. Así, un mensaje del tipo «De seguir con una conducta tan poco higiénica, la empresa se verá obligada a sancionar con multas al personal por mal uso de las zonas de aseo» probablemente consiga el efecto contrario (leer el capítulo cuarto del libro de Dan Ariely: «El coste de las normas sociales. Por qué nos gusta hacer cosas, pero no cuando nos pagan por ello»). Así que lo ideal serían mensajes con contenido exclusivamente de tipo moralizante. Y evitemos meter a dios en esto, aunque igual se podría probar…
Supongamos que tenemos cinco retretes, así que se podrían enviar cinco mensajes distintos. ¿Qué les parece la siguiente lista?
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Sin mensaje. Sería el baño del grupo de control. El que no se ve afectado por intentos de cambiar su conducta.
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«Deja el baño como lo encuentras. Tus compañeros lo agradecerán». Sería el mensaje que ya se utiliza en los baños de la empresa de Adastra.
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«¿Sabes la cantidad de infecciones que se contagian por una mala limpieza? Si nos ayudas, te ayudas». En este caso intentaríamos atacar al miedo irracional que sentimos por el dolor causado por enfermedades. Todos estamos influenciados por las imágenes que vemos en la televisión. Atacamos a la parte egoísta del individuo. A su instinto de supervivencia.
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«Si no ayudas a mantener limpio el baño tendremos que usar más detergente. Al año los detergentes vertidos en las alcantarillas y luego a los mares matan tantos seres vivos como la malaria y perjudican seriamente los ecosistemas marinos. Los detergentes contribuyen a la extinción acelerada de especies y a empeorar el mundo». Mensaje con el que se intenta despertar el sentimiento cooperativo y voluntario. Su amor por el medio ambiente. O por el mundo. Tanto monta, monta tanto.
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Por último, cambiaría el registro, y usaría un mensaje totalmente egoísta. «Actualmente la empresa tiene contratado un servicio de limpieza. Es su obligación mantener limpios los servicios. Si ves que las condiciones del baño no se adecúan a tus necesidades higiénicas, por favor, cuando acabes comunícanos que el baño necesita un repaso y nosotros exigiremos al personal de limpieza que vaya a limpiarlo inmediatamente. Ayudamos a maximizar el aprovechamiento de nuestra contrata. Nuestra responsabilidad es exigirles un mejor servicio». Intentamos despertar el sentimiento de exigencia más egoísta y de «yo no estoy aquí para limpiar los baños». La empresa, una entidad superior, les libera de la culpabilidad.
Ocasionalmente, si tenemos un sexto baño, podríamos poner otro cartel atacando el sentido del humor. Creo que la gente funciona mejor si las cosas se las dices -o exiges- con humor. Algo del estilo «Cada vez que olvidas limpiar el baño, Dios mata un gatito». Pobres gatitos. ¿No fue suficiente con decir «gobernarás sobre todas las bestias» cuando creó al hombre? Pobres gatitos.
Una vez establecidos los mensajes, ¿cómo mediríamos la eficacia de cada uno? Bueno, podríamos preguntarle a la persona experta en la materia, la que conoce los baños y los limpia, y pedirle que evalúe diariamente en qué grado de deterioro se los encuentra. Aunque subjetiva, sería una forma homogénea de evaluar cada caso. Se establecería una valoración relativa entre ellas. Es de suponer que transcurrido un tiempo, los valores se deberán estabilizar y permanecer en unos rangos homogéneos. Si queremos, además, eliminar la aleatoriedad, podríamos cambiar cada cierto tiempo los letreros de los retretes y confirmar que no hay otros factores -como que es el que se encuentra primero al entrar por la puerta, o el último, etc.- que afectan a la elección de los excretores.
Pero creo que esto sería una medida incompleta o no determinante. La estado final de limpieza es función del uso, no solo del tiempo. El uso estaría en función de la comodidad con que se encuentran los excretores con su utilización. Tal vez una medida más acertada sería el obtenido de medir el valor inverso, la incomodidad, que generan los mensajes. Como si un experimento de condicionamiento pavloviano se tratase, estoy casi seguro que la gente recordaría qué baño le ocasiona más desasosiego moral e intentaría evitarlo en la medida de su condicionamiento. Así que, a la larga, aquellos mensajes que resulten más incómodos, empujarían a la gente a evitar el uso de los retretes y, con ello acabarían en un estado más aceptable al final del día. Para evitar aleatoriedad se podría cambiar los letreros, una vez más, cada cierto tiempo.
El quid es averiguar cómo se mediría el uso del retrete. Tal vez con un mecanismo que contabilice las veces que se cierra la puerta desde dentro. O las veces que se tira de la cadena. Un contador de agua, como el que tenemos en nuestras casas, para cada retrete, podría ayudar a medir el agua consumida (la cantidad de veces que se tira de la cadena se calcularía de dividir el total de agua consumida por el volumen de la cisterna, suponiendo cisternas que solo evacuan un volumen fijo de agua). Sin embargo, el segundo método, tiene un inconveniente. Aquellos excretores que se sientan empujados a mantener más limpio el baño necesitarían, tal vez, usar más agua para llevar a cabo la limpieza. No sería un método fiable. Pese a no ser tampoco tan fiable el primero, hay gente que padece desorden obsesivo compulsivo que les hace abrir y cerrar varias veces las cerraduras, creo que medido en largos períodos de tiempo sería un mecanismo válido para evaluar la incomodidad de la gente.
Aunque, tal vez, habría otra forma de hacer esto mismo. Se podría organizar charlas informativas exponiendo la importancia de mantener limpios los baños y que la limpieza es cosa de todos. Enumerando las diferentes ventajas que se encontrarían y los inconvenientes que se evitarían. Así, tal vez, la gente empezaría a dejar de ser tan sumamente guarra en cuanto al estado del baño colectivo se refiere. En el edificio donde trabajo, los baños también acaban hechos una mierda al final del día. Y no es un eufemismo.
En fin, esta ha sido la rayada del día. Tenía un día tonto, así que espero sepan disculpar lo absurdo de la propuesta. Buen fin de semana. Yo me voy a la playa.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔