Cerrando el año, cerrando una década

Hoy, como último día de 2009, merece hacer un poco de repaso. No deja de ser una tontería, pero es que también es el último año de la primera década del siglo XXI. Suena más rimbombante, pero no por sonar mejor deja de ser exactamente lo mismo. A fin de cuentas, si los humanos hubiesen optado por fijarse en otro evento para marcar el calendario, hoy podría ser el último día de la vigésimo tercera semana del año cuatro mil setecientos treinta y tres desde que la Sagrada Rana de la Charca Seca Desde Hacía Más De Una Década Croó Su Gran Lamento y El Gran Dios del Cielo Respondió Con Las Grandes Lluvias Torrenciales de Cuarenta Días Que Purificaron El Mundo y Limpiaron De Pecado Las Almas De Los Hombres. Versión biodiversa del mesías, sea apuntado. Como digo, vivimos un tiempo arbitrario con calendarios arbitrarios y ritos más arbitrarios aún.

Pero arbitrario o no, hoy es fin de año -y fin de década- y toca, por un lado porque me da la gana y por otro porque no deja de estar bien, hacer un poco de repaso (o revisión de conciencia). Sin embargo me permitiré, sin que sirva ello de precedente, ser breve. Principalmente porque todos queremos dedicar el día de hoy a cosas más interesantes que a leer (o escribir, en mi caso) un resumen de una década. Y todos sabemos, a estas alturas, que lo mío no es resumir ni ser breve. Se intenta, pero hay cosas que le superan a uno. Pero más que un resumen haré un esbozo. El que hace alguien que, aún en marcha, mira brevemente para atrás. Tal vez para confirmar que la carretera sigue ahí. Que el camino andado es el que se recuerda haber dejado atrás ya.

Así que, sin más preámbulos, diré que este último año sirve de reflejo de lo que ha sido toda la década y que, resumido éste, resumido diez. Y como resumen habré de decir que, como la vida en sí misma, no ha estado exento de malos momentos, de equivocaciones, de pérdidas, de inseguridades, de indecisiones y de miedos, pero que acaba con un saldo positivo, el año y la década. De orden, módulo, grado o valor, lo que sea, elevado, añado. El que arroja haber contado con la compañía de mi mujer, el mejor apoyo y mi mejor amiga en los últimos once años. El de multiplicar su acción benefactora con mi familia. Pequeña y contundente. Y, cómo no, el de elevar el resultante a la enésima potencia con los amigos. Pocos, eficaces y eficientes. Si la vida es un océano de límites desconocidos por el que uno ha de navegar sin rumbo, cartas ni estrellas, creo haber encontrado en todos ellos la mejor tripulación con la que podría haber contado para esta empresa.

La primera década del siglo, que me asaltó entrando en los treinta y me abandona a las puertas de los cuarenta, ha sido una buena década, sí. Profesionalmente ha habido baches, pero en general creo que conseguí todo cuanto me propuse. Fiel seguidor de la escuela del «no se gana o se pierde, se gana o se aprende», he evitado dejar de tomar decisiones por miedo a equivocarme. Los errores se dejan atrás -y tengo muchos-, los éxitos te acompañan. En lo personal, las personas que aún están conmigo son mis éxitos. Los que optaron por alejarse son los errores de los que se van aprendiendo. Sin rencores ni acritud.

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Aunque el futuro siempre será incierto, volveré a encararlo y a enfrentarme, día a día, con lo que haya de venir. Por eso, y pese a que nadie puede predecir dónde estará en diez años más, queda la esperanza de hacer propio lo que cantaba Serrat: «Hoy puede ser un gran día, depende en parte de ti», para llegar, otra vez más, a escribir un resumen como éste.

Pero, pese a caer en la reiteración, como uno no llega a sitio alguno sin la ayuda y el apoyo de otros, quiero aprovechar este último día de un año, último día de una década, para dar las gracias a todos y desearles una feliz y excelente entrada en 2010. A todos, a los que estuvieron cada día, a los que estuvieron en la sombra y aparecieron para reconfortarme tras el golpe, a los que entraron y salieron pero siempre estuvieron, y, en general, a los que siempre desearon lo mejor para mí, lo mejor para todos, les grito, en este último día…

¡Fuerza y Honor!

Y que dure -al menos- otros diez años más.

Y no combinen alcohol y volante.

Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría

Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.

Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔