Por la isla tras la lluvia
Una vez más, aprovechando la visita de sulaco a la isla, nos fuimos a sacar fotos el sábado. Ya van unas cuantas desde que comencé -una vez más- con esto del blogging. Si no recuerdo mal, la primera fue la víspera de Reyes de 2009, seguida de la visita a Palmitos Park, y terminando -al menos hasta el sábado- en un paseo por el centro de la isla. Esta vez hubo varias novedades. La primera era que en esta ocasión no sólo sulaco volvía a la isla, también yo volvía de Madrid. La segunda fue que nos acompañó -en realidad hizo de guía y chófer- Luis. La primera vez que coincidimos los tres. Y, la tercera, fue que el día de la salida, un día espléndido y soleado, coincidía con el fin del temporal del sur, que ha estado azotando con lluvias intensas esa parte de la isla, ofreciendo imágenes muy raras y difíciles de ver. Pero eso no lo sabíamos aún.
Empezamos visitando las salinas de Pozo Izquierdo. No daban mucho juego, porque estaba todo inundado y, para mi gusto, feo y desatendido. ¿Seguirán en funcionamiento? Lo dudo. Lo más destacable fue, quizás, los reflejos de los molinos en las pequeñas parcelas de desalinización. Ahí estuvimos más bien poco tiempo. Tampoco corría el más mínimo viento -algo que sospecho extraño en esa zona-, por lo que no había ni una ola y, menos aún, surfistas.
Con un café en la mano, planeamos qué hacer con el resto del día. Demasiado pronto para volver a casa y una ocasión única de ir los tres por ahí. Era posible que, dada la cantidad de agua que cayó durante los días anteriores, las presas estuvieran llenas. Al menos la presa de Las Niñas, que había visitado ya este año y que yo encontré casi completamente seca. La de Soria no recuerdo haberla visto nunca llena. Decidido el plan, tomando la ruta por el sur, nos acercamos a la presa de Soria. Pudimos comprobar que caía agua desde el rebosadero de la presa de Las Niñas.
En Gran Canaria no es común que corra el agua de esta forma. Y menos verla caer en cascadas. Cierto que no era una gran cascada, más bien era algo tirando a lo ridículo, pero no dejaba de ser todo un espectáculo en una isla donde el agua suele moverse -las raras ocasiones en que lo hace- de forma mansa. De ahí que, aprovechando un tiempo más típico de primavera o de un verano suave, todos los rincones estuvieran llenos de curiosos grancanarios buscando la imagen atípica de una isla que, de cotidiano, es más bien seca y rocosa sin más.
En ese punto nos tropezamos con un reportero de Canarias 7 que vio en nuestro extraño trío una oportunidad para hacer su trabajo. Ni corto ni perezoso se dirigió a mí, sospecho por ser el que tenía más cerca en ese momento, y comenzó con la batería de preguntas. «¿Profesionales?». «No te dejes engañar por estas cámaras. No pasamos de aficionados», fue mi respuesta. Y de ahí a interesarse por nuestros nombres, procedencias y profesiones. Una anécdota que acabó con un párrafo en la prensa que se aleja de la verdad por desconocimiento:
Desde abajo, tres amigos aficionados a la fotografía apuntaban con sus réflex profesionales a la inmensidad. «Anda que como se resbale alguien, te vas a llevar la exclusiva», bromea uno de ellos». Es Saulo, un joven informático cuya pálida piel revela que trabaja en Madrid. «Siempre que puedo, nos regalamos una escapada, y más con este paisaje».
¿Mi piel es pálida porque trabajo en Madrid? ¡Ya le vale! ¡Si sólo llevo dos meses desterrado allí! Ayer estuve fastidiadillo. No deja de ser irónico estar como un roble en Madrid con temperaturas veinte grados inferiores -y nieve- y venir a la isla natal a ponerse malo de la garganta. Por ello no salí a comprar la versión impresa del periódico. Me quedaré con la curiosidad por saber qué más diría del «joven pálido» cuya palidez delataba que trabajaba en Madrid. Expresión que a sulaco le produjo no pocas carcajadas, sospecho. En cualquier caso, y más allá de que no fuera la forma más adecuada de describirme, no deja de ser cierto que el aparecer en prensa -aunque sea en su forma digital- provoca un aluvión de egolitrones, la partícula indivisible que inflama el ego de uno mismo. Como cuando comprobé que aparecía en Google Street View.
Tras la experiencia mediática nos encaminamos a la presa de Las Niñas, donde siguiendo a la inversa el cauce del barranco -que perfectamente se podría llamar río- pude ver lo que no había visto en mi vida en esta isla. El agua corría con muchísima velocidad. No soy nada aficionado al vídeo, pero aprovechando que llevaba el iPhone conmigo -algo de lo que tuve oportunidad de (casi) arrepentirme cuando la funda se me cayó en el agua- grabé un par de vídeos: éste y éste.
En fin, un día que, como en las ocasiones anteriores que quedo con Luis o sulaco para salir a sacar fotos, se pasó rapidísimo y de forma muy amena. Me gusta salir con gente inteligente a disfrutar de los paisajes canarios. Más cuando se consiguen instantáneas difíciles de ver repetidas en el futuro.
Por cierto, dado que apenas uso mi equipo fotográfico he decidido regalarlo. Así que envíame un mensaje por si estás interesado… ¡Inocente!
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔