Wacom Bamboo
Resulta casi asombroso que en todo este tiempo no haya escrito ni una pequeña reseña sobre mi querida amiga Wacom Bamboo. ¿O ya lo he hecho y no logro recordarlo? En cualquier caso, hecho o no, valga este instante para aprovechar y mencionar lo contento que estoy con mi tableta Wacom Bamboo, pequeña ella pero bien provista, y que responde perfectamente a mis caricias. Lo nuestro se trata —resulta obvio— de una relación física, pura y exclusivamente. Pero no por física, pura y exclusiva, es menos intensa. Y, haciendo nuestro el lema aquel que reza «el roce hace el cariño» ha acabado por convertirse en una herramienta imprescindible en mi día a día. Expresado de forma simple, no me hallaría sin ella cuando me siento en mi escritorio.
Me la regaló mi mujer en los reyes del año pasado. Aunque tardé un poco más en hacerle un hueco en mi mesa. Desde entonces, no lo ha dejado y mi intención es que ahí siga. Al menos hasta que encuentre una forma mejor de interactuar con el escritorio virtual que es el paradigma reinante en los entornos operativos gráficos de hoy en día. Al principio cuesta hacerse con el manejo y el pulso que se requiere es bueno, pero al final recompensa. Saltas de un lugar a otro, cuando tienes pilladas las distancias, en un santiamén, sin necesidad de andar arrastrando el ratón. Lo continuo se convierte en discreto. Te teletransportas y caminas por la pantalla como si llevaras botas de siete leguas. La mayoría de los movimientos son intuitivos y, en definitiva, cómodos. Y para revisar y procesar las fotografías digitales es absolutamente imprescindible. Tarde, pero al final conseguí una para ese fin. Y ya se sabe: «nunca es tarde si la dicha es buena».
La parte negativa, aunque no se resuelve enteramente recurriendo al ratón, es cuando debes cambiar constantemente de herramienta para apuntar y teclado. En esos casos, andar cogiendo, soltando, cogiendo, soltando y cogiendo el puntero resulta un poco pesado y hasta aburrido. Es entonces cuando echas de menos una pantalla táctil. Pero para eso habrá que esperar un poco más, sospecho. Aunque acabarán apareciendo los iMac provistos con ella. Entonces será el final de las tabletas digitalizadoras. Todo tiene en la vida un tiempo de vida útil.
En cualquier caso, y para concluir esta breve entrada de hoy, homenaje a mi estimada Wacom, decir que se trata de un artefacto muy cómodo si te gusta retocar fotografías —y no necesariamente de forma exclusiva para tal fin— y con el que acabas dejando, al menos así ha sido mi caso, el ratón en muy segundo plano. Cacharro recomendado.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔