'¡Guardias! ¿Guardias?'
Hace un mes comentaba que ‘Pirómides’ era la mejor novela de la saga Mundodisco que había leído hasta el momento. Básicamente porque se alejaba de los magos y de las brujas para recrear un entorno diferente. Esa era la séptima novela y pensé que, siendo el estilo que era el de los libros y la prosa, con sus limitaciones, de quien venía, difícilmente habría alguno otro libro de la serie que lo superase. Me equivoqué.
Con ‘¡Guardias! ¿Guardias?’, la octava novela, Terry Pratchett se supera a sí mismo. Comparada con ésta, las anteriores siete pueden resultar hasta aburridas. Tan bien me lo pasé con las aventuras —más bien desventuras— de la guardia nocturna de la ciudad, que el libro me supo a poco, muy poco, poquísimo. Hubo un par de ocasiones en las que tenía que taparme la boca y contener, a duras penas, la risa, para no despertar a mi mujer, pues es durante las noches cuando mayormente desgasto la vista con la lectura. Los vampiros salen noctámbulamente para drenar sangre a cualquier desgraciado con el que se crucen, yo me dedico a drenar palabras en las páginas de los libros. Así estoy, al día siguiente, que mi rendimiento laboral empieza a dejar mucho que desear.
El Gran Maestro Supremo abrió los ojos. Estaba tendido de espaldas. El hermano Yonidea se disponía a hacerle la respiración boca a boca. La sola idea bastaba para despertar a cualquiera que se hubiera desmayado.
Con la octava novela de Mundodisco se da entrada a un nuevo arco argumental, el que corresponderá a la saga de la guardia de la ciudad de Ankh-Morpork. Guardia que cuenta con un raquítico número de defensores de la ley y cuya sustancia la ponen unos personajes de lo más extraño. De hecho tan extraños que hasta cuentan con un enano de dos metros de alto y cuyos músculos harían palidecer de envidia a Schwarzenegger en sus mejores años, pues es capaz de sacar a un troll de un garito a base de trompadas, y con un nombre tan ridículo como Zanahoria.
No son pocas las ocasiones en las que en el humor de Terry Pratchett percibo guiños al de los Monty Python. Por cierto doy que en el comienzo de éste libro, con una parodia muy particular de lo que podrían ser las logias secretas, más claro no lo había visto hasta el momento. El comienzo me pareció genial y, lo que es muy importante, el ritmo se mantiene considerablemente bien a lo largo de toda la historia. Historia cargada de diálogos surrealistas y absurdos, como el de la probabilidad de «una contra un millón». Y es que debería resultar obvio para cualquiera que si un plan solo cuenta con una probabilidad de funcionar de una contra un millón, entonces hay una buena probabilidad de que funcione.
Un libro que, como todos los libros de la saga, puede ser leído aunque no se hayan leído los anteriores y que, precisamente por eso, recomiendo que se lea independientemente de que se tenga intención, o no, de leer alguno de los ya comentados. O de los que vendrán. Un must read.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔