Pero... ¿para qué quieres tú un iPad, alma de cántaro?
Hoy sale por fin a la venta en el país del dinero naciente, del capitalismo desenfrenado y bastión último del verdadero sueño de libertad, o sea los Estados Unidos, el último cacharrito de la compañía de la manzana mordida, el tan mencionado y comentado iPad. Así que, contraviniendo la práctica habitual de este mi rincón, más orientado a enaltecer el tener que el ser, he decidido sumarme a esa cantidad inagotable de gente que aprovecha cada vaporada de Apple para dar su opinión al respecto. Voy a hacer algo de futurología. Pero muy a mi manera.
Para empezar no voy a entrar en si es mejor o peor, porque a fin de cuentas, y como ya nos ha demostrado la psicología conductual y su ya mencionado varias veces por aquí sesgo de confirmación, cada uno verá en el aparatito de marras lo que realmente ande buscando. Para unos será un acto patente del acabose, la decadencia y el comienzo del fin, de Apple. Una muestra más de la degeneración y de la desatención a sus adeptos (y a los que quisieran serlo). Otros, sin embargo, encontrarán en él un nuevo milagro, la tabla de mandamientos perdida y que de forma renovada se nos hace llegar por gracia y obra del verdadero dios de la tecnología. No. Yo creo que voy a orientar más este artículo a ver si encaja en mi vida hipertecnificada y sedentaria, ya camino de la 3.0. De regalo, diré para qué, cómo y dónde creo que podría ser útil este dispositivo.
No voy a negar que, cuando me enteré de qué habían anunciado finalmente un iPod Touch con esteroides, me sentí algo desconcertado, desilusionado y decepcionado. Yo esperaba —y supongo que muchos también— que sería un tablet con el sistema operativo de los equipos de sobremesa, el Mac OS X, y en el que se podría meter cualquier cosa al modo y costumbre que se hace en los equipos que ya tengo en casa. Cierto que el problema, la culpa, no es achacable a Apple. La culpa la tenemos todos los que pusimos ciertas expectativas, nuestras propias fantasías futuristas y de ciencia ficción, en una empresa que, no lo olvidemos nunca, tiene como meta ganar dinero. Y su forma de querer ganar dinero puede distar mucho de lo que uno quiera que hagan. Únicamente el tiempo, y no nuestras dolidas expectativas, dirá si tienen o no razón. Pero como el daño ya estaba hecho, quedaba analizar si, después de todo, el dispositivo tendría cabida en mi hogar tecnológico. Tampoco lo negaré: me gusta por el simple hecho de ser un iPod Touch con esteroides. Así que a continuación vino el proceso de autoconvencimiento, de racionalización, de porqué podría necesitar tenerlo. Que, de forma tal vez siniestra hacen los que tanto lo critican aunque en sentido opuesto: buscan las razones, las proyectan con vehemencia, para decirse que no lo necesitan y negar la tentación. Hagan examen de conciencia y ya me cuentan. A más de uno de los que públicamente se ríen, gustaría llamar a uno de estos iPad «su tesoro» en privado.
Como usuario doméstico hay una serie de actividades que realizo en solitario con ordenadores y otros dispositivos. No voy a entrar en lo obvio, como pueden ser las tareas domésticas como cocinar. Tarea que, además, prefiero dejar a mi mujer, cocinera genial, para no poner en riesgo la salud de nadie con lo que yo pueda pergeñar en los fogones. Cada uno es bueno en lo que es bueno. Esas tareas se dan por sobreentendido. Hablo de las actividades lúdicas que uno decide, por voluntad propia y generalmente de índole solitaria, repito, anclar o centrar, cuando esto es posible, en el uso de ordenadores o dispositivos electrónicos. Haré un escueto repaso por las principales. Escuchar música lo hago con el iPod/iPhone y con el Mac Mini del salón conectado al amplificador. Mi vida musical gira en torno al iTunes desde hace algo más de tres años ya. Ver documentales o series de televisión lo hago también con el Mac Mini del salón o en el iMac de 24". Procesar los archivos RAW de las fotografías también en el iMac. Escribir, navegar y estudiar, cuando para ello requiero el ordenador, tanto en el iMac como en el MacBook Pro. Programar también en los dos últimos, pues a nivel doméstico no deja de ser una especialización del estudiar. En lo único de mi vida digital que no uso un equipo de Apple es para jugar o para ver películas en alta definición, para lo que uso la PlayStation 3. Excluyendo el sexo como actividad lúdica —que sin embargo es la mejor; no tanto si es en solitario— y algo de ejercicio físico presumiblemente inexistente, la otra actividad de ocio que ocupa la mayor parte de mi tiempo sería leer. Algo que sigo —y creo que seguiré— haciendo a la vieja usanza. Me gusta leer y que sea en papel. Nunca he descartado la compra de un e-reader, pues los allegados saben que «tengo» una enorme biblioteca de libros técnicos en formato electrónico. Y que leo mucho blog. Pero son demasiado caros y muy poco versátiles. Ya tuve una experiencia con uno y, pese a que se leía genial, no terminó de agradarme andar con él. Los análisis de otros productos no los ponen mejor. ¿Cabe entonces la posibilidad de que el iPad cubra ese hueco que aún no ha cubierto un lector electrónico basado en tinta electrónica? Viajar es una actividad tan residual en mi vida que no justifica, de por sí, la compra de un ordenador más ligero. Ya tengo el MacBook Pro (2,5 Kg) o un HP Mini (1,2 Kg) y no suelo encontrar inconvenientes en cargar con alguno de ellos. Una vez llego pasan todo el tiempo en el hotel.
Resumiendo, para lo que parece que tendría utilidad el iPad es para echarme en el sofá, o en la cama, y ponerme a leer blogs o libros electrónicos. Algo que ahora, con cualquiera de los portátiles, resulta incómodo. Todo ello asumiendo que la aparición de estos dispositivos no haga caer el precio de los lectores electrónicos basados en tinta electrónica, que a día de hoy siguen siendo insultantemente caros comparados con lo que ofrece el iPad. Pero para esta actividad sumamente sedentaria me atrae mucho más el Adam Tablet de Notion Ink. Dispone de un modo de funcionamiento similar a la tinta electrónica que, supuestamente, es mejor para no cansar la vista. Tienes un vídeo repasando las características durante una presentación del mismo.
¿Sería esto por tanto motivo suficiente para adquirir uno? No lo creo. De hecho dudo que sea un dispositivo útil para la inmensa mayoría de la gente. Su uso doméstico está, en mi corta visión del asunto, bastante limitado. La mayoría de la gente que se lo compre será por el efecto novelero y lo acabarán dejando de lado. Sospecho también que eBay se llenará de iPad de segunda mano durante los próximos meses. Cierto que esto no deja de ser futurología cutre y salchichera, pero cada cual es libre de creer lo que le de la gana.
Sin embargo, como programador, veo en estos dispositivos, los primeros de muchos que habrán de venir a partir de ahora, una herramienta atractiva en algunos sectores industriales. Dicho de forma más clara: donde tienen futuro estos dispositivos es en ámbitos empresariales y no para uso doméstico. Aquí Apple podría perder la partida si no asume algunos cambios en su enfoque de la gestión que realiza de las aplicaciones su dispositivo. Es un aparato muy goloso en muchos ámbitos. Viene a corregir el problema de las pantallas pequeñas de las PDA, ya en uso en muchas áreas; tiene un peso ideal para que no resulte molesto cargar con él durante largos períodos; y, si cumplen lo que prometen, tienen una autonomía más que ideal para soportar jornadas laborales de 8 horas. Y, no olvidemos otro dato importante, su precio es más que ajustado, por lo que las reposiciones no son un problema grave. Recuerdo trabajar hace cinco años en un proyecto en el que tuvimos que descartar el uso de tablets porque pesaban mucho, su autonomía apenas llegaba a las dos horas y eran excesivamente lentos para soportar un Windows XP. Con el proyecto queríamos que los apuntadores a pie de barco actualizaran en tiempo real la carga y descarga, que en argot portuario era estiba y desestiba, para la generación automatizada de los manifiestos de carga de los buques. Hoy, con dispositivos como el iPad o el Adam Tablet es algo que se podría hacer fácilmente. Y es sólo un ejemplo de muchos que pasan por mi cabeza. ¿Qué me dicen de hospitales y ambulancias? ¿De repartidores de productos? ¿De técnicos a domicilio? ¿Como menú electrónico en restaurantes en los que los clientes puedan elegir directamente los platos que desean sin necesidad de esperar al camarero? ¿O para la gestión domótica del hogar? ¿Y como herramienta de estudios en institutos y universidades? Como digo, como programador veo en estos dispositivos un gran futuro y, como profesional, veo la necesidad de empezar a familiarizarme con ellos. Sin embargo, ya adelantaba, Apple en este caso tendrá que hacer algunos ajustes a su enfoque. Estos ajustes los dejaré para un artículo posterior. Posiblemente mañana.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔