'El asombroso viaje de Pomponio Flato'
De Eduardo Mendoza no he leído mucho. Los dos primeros de la trilogía del detective innombrado, hace muchos años y que volveré a leer como paso previo a meterme con la tercera de las novelas, y ‘Sin noticias de Gurb’. Éste último no me gustó especialmente. No, ver escrito Eduardo Mendoza en la portada de un libro no suele despertar especial interés en mí. Sin embargo, con esta enfermedad crónica que deriva en consumismo inusitado y que se estimula con los títulos de los libros, se me iban constantemente los ojos al último libro que ha publicado: ‘El asombroso viaje de Pomponio Flato’. Mi familia sabe que tengo una cantidad insultante de libros que aún no he leído —y que dudo que alcance a leer en toda mi existencia—, pero también sabe que aprovecho los eventos especiales como el día de reyes para regalar libros con la alevosa mala intención de ser beneficiario indirecto del presente. ¿Qué mejor se puede hacer con un libro que leerlo? Pues cuanta más gente lo lea mejor. Y si yo soy de los afortunados, qué te voy a contar. Así que, aprovechando los regalos de relleno le regalé a mi mujer la catorce edición y, pasado el tiempo discreto para no despertar sospechas, me lo zampé en dos días.
Y mira que me he reído con el libro. No me lo esperaba tan entretenido. De principio a fin se te hace corto, pues además de ser un libro corto —no llega a las doscientas páginas— se te van las hojas unas detrás de otras por la cantidad increíble de situaciones extravagantes, las dosis masivas de humor y el enorme volumen de sátira —y a veces de mala leche— que rezuma por los cuatro costados. Se te pasa volando el tiempo leyendo las peripecias de un filósofo con un vocabulario excesivo y pedante que se ve protagonizando las pesquisas como detective inusual y algo andrajoso, requeridas por un niño singular que desea resarcir la honra de su padre, acusado de asesinato que jura no haber cometido pero que prefiere aceptar antes de contravenir su conciencia contando lo que no debe, y salvarlo así de una muerte segura. Todo ello ocurrido en un Oriente Próximo que la narración sitúa cronológicamente a principios de la era cristiana.
Y hasta aquí puedo leer para no entorpecer el placer de su lectura con más datos de los justamente necesarios.
[…] Como están obligados a convivir los unos con los otros día y noche, desde la infancia hasta la muerte, tienen por norma estricta evitar la familiaridad que con toda seguridad derivaría en conflicto y degeneraría en enemistad. Por esta causa extreman la formalidad y la discreción y son muy ceremoniosos. Comen y duermen separadamente, y cada vez que se dan por culo se hacen mil reverencias y se interesan por la salud del otro y por la marcha de sus negocios, como dos amigos que se reencontraran tras una larga ausencia. […]
Un libro en grado sumo entretenido, con un lenguaje especialmente rico —disfruto de forma especial con textos donde se hace un uso extenso de un vocabulario poco común, aunque comprensible—, con un gran sentido del humor y plagado de personajes disparatados y conversaciones y situaciones hilarantes. ¿A quién no le gusta reírse? Yo lo hice mucho con las aventuras —más bien desventuras— del protagonista, Pomponio Flato. A mandíbula batiente.
Un must read por méritos propios.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔