'Los muertos vivientes'
Lo mío con los comics hace mucho tiempo que terminó. De hecho la última vez que seguí una serie fue la de Nathan Never y, hasta que reencontré los volúmenes en una caja, se podía considerar que eran tesoros perdidos; absolutamente perdidos. Ahora son tesoros reencontrados y pronto, me temo, estarán camino de la planta de reciclaje de papel. Parece que nadie estaba interesado en que se los regalase.
Todo lo anterior no significa que no lea comics. De vez en cuando sucede. Algo fortuito e inesperado. Como sucede que de vez en cuando cae un asteroide lo suficientemente grande como para extinguir cualquier forma de vida del planeta. Sucede y punto.
Ya he dicho que lo del día de reyes en mi familia es para darnos de comer aparte. Pero vamos, que ya metidos en faena, hay que hacerlo bien. Así que, dado que mi hermana tiene desarrollado un extraño gusto por el universo zombi, y siempre bajo petición suya como regalo alternativo, le regalé lo que se llevaba publicado de la serie de cómics ‘Los muertos vivientes’ [@ Wikipedia]. Mi hermana, zombis y cocina —todo sea relacionado con el acto de comer, eso sí—, y yo, libros y ordenadores Apple. Siempre hay un equilibrio en el Cosmos. Cada uno con sus filias y sus fobias. Eso sí, las mías dan la sensación de ser más caras. Suposición falaz, por cierto. A mí un ordenador me dura tres o cuatro año. A mi hermana un paquete de macarrones le dura un día. Con suerte.
Aunque yo con los comics no tenga una relación pasional a estas alturas de mi vida, no voy a negarme a disfrutar de alguno si se presenta la oportunidad. Y ya se sabe que uno —al menos yo— regala esperando poder disfrutar del regalo hecho. En general cuando se trata de libros y películas. ¿Pero por qué no de un cómic también? Así que, aprovechando alguno de los fines de semana que volvía a mi casa durante el destierro en Madrid, le pedía alguno de los volúmenes y me lo leía antes de volver a coger un avión. Sin embargo no ha sido hasta mi regreso de tan largo destierro que he podido darme el atracón definitivo. Al menos hasta que publiquen el siguiente, porque la serie aún no ha concluido con nueve publicados —acabo de ver en la Web de la editorial que han sacado el número diez. A ver si convenzo a mi hermana que se acerque a comprarlo para poder leerlo este fin de semana—.
Yo no soy aficionado al género de terror, en general, ni al de los zombis, en particular. Así que me cogí el primero pensando que sería otro refrito más dentro del género. Y lo es. Al igual que lo es la mayoría de la cocina hecha por los grandes chefs del mundo, en la que su aportación va más en la línea de mejorar lo ya hecho que en inventar grandes platos. Eso sí, al igual que estos últimos, el autor, un tal Robert Kirkman [@ Wikipedia], consigue darle su propio toque y hacer que enganche. Hay momentos realmente brillantes que te hacen creer que es hasta original. Después de nueve volúmenes leídos, aún tengo ganas de saber cómo sigue la historia. Ha habido bajones en la calidad argumental —al menos desde mi punto de vista—, pero en general toda la historia está muy bien construida y presentada. Ayuda en eso unos dibujos bastante decentes y una atmósfera genialmente reconstruida gracias al blanco y negro y a las tonalidades de gris que hay entre medias. Digo «decentes» porque los de Tony Moore [@ Wikipedia] en el primer volumen me parecieron buenísimos. El segundo, sin embargo, de la mano de Charlie Adlard [@ Wikipedia], me pareció una basura. Cierto que a partir de ahí mejora bastante, pero sigo creyendo que los del primero estaban mucho mejor hechos. Cuestión de gustos.
Resumiendo, una vuelta de tuerca más al género de terror de zombis que, pese a que a estas alturas no goce de ser precisamente original, merece la pena ser disfrutado. Se disfrutará más si te gusta el género en particular. Pero que nadie descarte llegar a apreciarla, porque realmente puede llegar a resultar muy entretenida de leer.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔