VII Maratón fotográfico de Mesa y López: Y ya van dos
Sé que me repito más que el ajo, pero joder, es que hay que ver lo rápido que se me está yendo la vida. Y a veces pienso que por el retrete. Parece que fue ayer cuando acudí por primera vez al Maratón fotográfico de Mesa y López. Y ya ha pasado un año. Volando. Asombrosa la cantidad de cosas que he hecho durante este tiempo y lo poco que me parece que ha pasado…
Estuve a punto de no ir. Bastante trabajo. Más que bastante por cantidad, que también, bastante interesante y entretenido. Estoy haciendo una aplicación para iPhone, algo que personalmente me apetecía hacer, y encima cobro por ello. Así que no es raro que me den las doce o la una de la madrugada haciendo teletrabajo buscando resolver algo de formas que apenas unas horas antes no tenía ni idea que se podía hacer. Pero de eso hablaré en otro momento. Para lo único que sirve este párrafo que ya termina es para señalar que he estado tan absorto en el proyecto actual, que desde el aviso de la organización del nuevo certamen que recibí hace un mes, esperé hasta el último día para inscribirme.
Decía que me estuve haciendo el remolón, de hecho hasta me olvidé, y de ahí que casi repitiese número con el año pasado: Me tocó ser el participante número 295. De no ser por mi amigo Luis, que me mandó un mensaje recordatorío al límite, no me hubiese inscrito. Abandoné unos minutos mi aprendizaje acelerado de Objective-C, Cocoa Touch y otras variantes de retórica técnica, para rellenar la inscripción.
Tal vez cosa mía, pero este año percibí menos participación. Aunque muchas caras conocidas del mundillo. Mucho compañero de la facultad y conocidos de otros ámbitos tropezaron conmigo durante la mañana de ayer. Hasta un compañero de la oficina que, sabiendo de mi afición a la cámara y del evento que acontecía, aprovechó para atravesar la jauría humana con el convencimiento de que me vería por allí.
Superado el temor del novato del año anterior, y perdido parte del miedo escénico en la cabalgata del Carnaval de este año, encontré que me movía con más soltura y más seguro. Ganar sé que no voy a ganar nada, pero tampoco nada me impediría pasarlo mínimamente bien. Ni mi sentir vergonzoso. O eso creía yo, porque me levanté revuelto de estómago y ya había decidido abandonar el certamen cuando a medio camino para auxiliarme en un taxi me convencí que valía la pena aguantar «un poco más». Estábamos ya en el quinto tema de los seis que articulan el evento. Y estoicamente aguanté como pude y hasta llegué a tomarme algo con los amigos antes de dejar mis fotos en el laboratorio a primera hora de la tarde, última del plazo de entrega.
Los temas este año fueron particularmente abstractos o, tal vez más adecuado, especialmente abiertos a interpretaciones muy personales. La foto que he elegido para acompañar la entrada de hoy fue la segunda que saqué del primer tema, «jeans». Tan solo hice dos y esta quedó ligeramente movida/desenfocada. Menos cohibido no significa completamente desvergonzado, y no quería que se notase mucho que le estaba sacando una foto ligeramente de «mal gusto» a la despistada participante que, además, se convirtió en modelo fortuita por suerte del tema elegido por la organización del maratón. Y aunque esta es más, digamos, «jugosa», la primera me gustó más. El resto de los temas fueron cayendo igualmente amplios o genéricos. En orden, «jeans», «turismo», «pares», «canariedad», «de shopping» y «bailando» (o «baile», no recuerdo exactamente). Como decía, para mi gusto, algo abstractos.
Hice pocas fotos. Este año, tal vez porque estaba más suelto, de estómago y de inhibiciones, esperaba a escuchar el tema, pensaba uno o dos minutos sobre qué idea tenía al respecto, e iba a hacer la foto, tras lo que esperaba al siguiente. Me dediqué más bien a pasear de aquí para allá intentando que no se notara mucho en mi cara el dolor que mordía ocasionalmente, pero con fiereza, mis entrañas. Contratiempo este el único encontrado a una mañana que, por lo demás, fue bastante entretenida acompañado por los que ya —siendo tan solo la segunda vez que acudo— son la compañía habitual: Luis, Pilar, Carmen, Marcos y otros compañeros.
En fin, un merecido descanso a unas semanas muy laboriosas, que me reconcilia con una afición, la fotografía, que tengo completamente abandonada, por medio de una «quedada» multitudinaria que sigo recomendando experimentar a todos los que conozco que comparten la afición de ponerse tras la cámara. Merece la pena y espero, tripas y trabajo mediante, repetir nuevamente el año que viene. Que siendo como es el tiempo, será pasado mañana. O a mí me lo parecerá.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔