De tajinastes azules
Aprovechando una nueva visita de Sulaco [Distorsiones], nos juntamos Luis, el más-holandés-que-español/canario-a-estas-alturas y el que suscribe, para echarnos unos piscos (o tomarnos algo, como se diría en dialecto normalizado) y tirar para el monte a disparar con nuestras respectivas cámaras. Y no necesariamente en ese orden.
Eso sucedía ayer y, como va siendo norma en la vida de esta bitácora, dejo fiel reflejo en la entrada de hoy —de la víspera al pretérito, por filosofar un poco— por aquello de asegurar que, cuando tanto Luis como Sulaco sean ricos y famosos, poder alegar que yo los conocí y estuve con ellos.
En esta ocasión, y aprovechando la época elegida para la visita, nos dejamos guiar por Luis hasta Valsequillo —en realidad Tenteniguada— y adentrarnos por caminos más aptos para cabras —o gente físicamente mejor preparada— que para proto-obesos de vida sedentaria como yo. Decía conocer el camino para adentrarnos en bosques de tajinastes azules [Echium callithyrsum], planta endémica de la isla, que florecen en esta época. En los calentamientos previos, nos deleitó con paisajes de belleza inimaginable. Luis conoce muchos rincones de la isla que la mayoría desconocemos —ya se sabe el dicho aquel de cuchara de palo…—, aunque el trayecto de ida siempre parece más una odisea de búsqueda. De copiloto acompaña siempre la incertidumbre del camino correcto. Pero aún así llegamos bien y dentro del plazo estipulado.
Lo que no estaba tan bien fue el tiempo climatológico. Al que haya estado atento a las noticias locales, aunque no viva aquí, ya sabrá que esta semana hemos batido récord en cuanto a temperaturas mínimas históricas y, aunque el día se aventuraba de mejor talante, finalmente no acompañó del todo. Tampoco podré decir que la cosa fue trágicamente mala. Supimos, o mejor dicho intuimos —aunque seguramente Punset diría que nuestras neuronas ya lo habían decidido diez segundos antes de que nosotros fuéramos conscientes de ello [1]— que la cosa pintaba cada vez peor y que era el momento de retroceder, transformando el ascenso, penoso en mi caso, por un descenso menos agotador, aunque tanto más peligroso por lo embarrado del camino, antes de que las gotillas molestas que caían acabaran convirtiéndose en una lluvia torrencial parecida a la de los días anteriores.
En definitiva, el clima no acompañó y, como corolario a un cielo casi completamente encapotado, némesis de la fotografía colorista que la Naturaleza exige, que el trayecto fue más bien breve. En mi caso, en estas circunstancias, me cuesta mucho apreciar la belleza de un paisaje que, lo siento por sonar tan negativo y desapegado, ya tengo algo visto. Aunque reconozco que resultó entretenido ver una buena cantidad de estas plantas en el estadio final del florecimiento. Pero más entretenida fue la compañía y la conversación. La fotografía pasó hace tiempo a un estadio secundario. Es la excusa perfecta para quedar y ponernos al día del acontecer de nuestras existencias. Cada una de ellas, como lo es el tajinaste azul, particular a su manera.
[1] La referencia viene perfectamente al caso. De camino a recoger a Sulaco acontecía una entrevista radiada al ilustre Eduardo Punset en la que, por mor de su último libro, Excusas para no pensar, uno de los participantes intentaba ponerlo en un aprieto alegando tal determinismo, casi contradictorio con el dogma punsetiano de la plasticidad mental, en esta circunstancia de actuar a la cola de las decisiones que ya habían tomado nuestras neuronas tanto tiempo antes. Por cierto, que en el momento de escribir esto aparece en la caja tonta siendo entrevistado por el casi tan célebre Buenafuente.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔