Manual para el frío

El proceso es siempre el mismo. Empieza doliéndome la garganta. Sequedad intensa. Beber agua es sentir papel de lija bajándote por la garganta y la tráquea. Luego, dificultad para respirar. Mocos. Obstrucción nasal. Respirar por la boca, y más sequedad. Al par de días noto que baja a los pulmones. Tos. Más tos. Dolor punzante y ocasional. Dolor de cabeza. Mucho. Dificultad para dormir. Amanezco como un walking dead más. Y así durante unos días. A veces un par de semanas.

A raíz de la suspensión del servicio de Tranvía en Parla me las tuve que ingeniar para volver al piso, sito en Parla Este. En mi ilusión, creía que se tardaba menos —y es harto probable que se tarde menos, sí— pero sin conocer bien las calles, opté por seguir la línea del tranvía fantasma, que culebrean en exceso. Cuarenta minutos caminando, con una temperatura de entre cinco y siete grados, con un viento gélido que me perforaba el oído (manía de darme de lado, leñe) y, lo que tiene más delito, con una chaqueta que es más de entre tiempo que de invierno y a pecho descubierto únicamente protegido por una camiseta de Decathlon de algodón, cómoda y calentita, pero para el interior de casa, consiguieron despedazar mis defensas.

A los canarios nos deberían dar un manual de instrucciones cuando nos sueltan en el inverno madrileño. A seguir tosiendo hasta que se me pase.

Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría

Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.

Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔