No he visto aún la película, aunque supongo que será bastante floja (o mala, directamente). La primera sí me gustó. Es que soy raro. sin embargo Hans Zimmer es casi un valor seguro, pese a que se repite más que el ajo. De todas formas estaba a 6 €, como para decir que no, y la primera —la banda sonora, claro— me encanta. Ésta también merece la pena, aunque es mayormente una repetición exhaustiva de la primera, con variaciones, algunas al estilo mariachi, que sin aportar nada nuevo, hacen pasar el rato.
No se pueden imaginar lo que me he podido reír en el avión cuando volaba de vuelta a Madrid, compré El País, y tropecé con la viñeta de Forges entre turbulencia y turbulencia. El espectáculo hubiese podido empeorar si la carcajada me pilla en mitad de un trago de capuchino —que por cierto cada vez preparan, o sabe, peor—. Lo triste es que la realidad no es para andar carcajeándose.
Con la Ley Sinde tocando a la puerta y la gran caída de Megaupload, que ha sumido a la mitad (rica) de la población mundial en el dolor y la desesperación, voy yo, inocente de mí, y hoy descubro que está para descargar la cuarta temporada de una serie imprescindible: Torchwood.
Piratear o no piratear, esa es la cuestión.
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Mira que no suelo abrir casi ningún correo que me llega de mi padre, en general. Desde que se soltó la melena, figurativamente hablando dado que mi calvicie no la heredé de mi madre, con esto de la informática, me satura de forma periódica e inmisericorde. Pero hoy he pinchado por no hacerle el feo (yo me siento mal ignorando a mi progenitor, aunque él ignore que le ignoro) y me ha resultado lo suficientemente gracioso como para copiarlo aquí.
Es curioso, realmente curioso, cómo hay canciones que vienen a uno en ciertos momentos de nuestra existencia; y cómo tantos años después reaparecen.
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Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido.
Ultimamente he recibido un par de «ofertas» a participar en una idea vieja, pero que vuelve a circular —o que no ha dejado de hacerlo nunca—. Hablo de los directorios de bitácoras. A mi mujer también le han llegado ofertas similares. Imagino que agrupar y categorizar las distintas bitácoras o blogs que hay en el universo puede tener importancia para alguien. Sin embargo, teniendo Google, a día de hoy no se me ocurre una utilidad concreta, salvo aquella de permitir meter publicidad en el sitio y sacar perras a costa de ello.
Ya está disponible para descargar, en los fondos mafiosos de las inmundicias sociales (o sea, vagos y maleantes), el primer capítulo de la segunda temporada de Sherlock, modernización del famoso personaje de Conan Doyle, y que, con una primera temporada de 3 capítulo de 90 minutos cada uno, me enganchó.
Los iré descargando (los de la segunda, claro) y ya los veré en mi tele de 55" en mi próxima vista al hogar verdadero, que esta serie se lo merece.
He sufrido un pequeño ataque de pánico tecnológico. He visto pasar toda mi vida en un instante. Y he protagonizado yo mismo, en mi película biográfica de título “No sin mi iPhone” un drama de magnitud épica. Miro una vez y 95% de batería. Miro un rato después, y completamente apagado. No respondía. Nada. Muerto completamente. Ahí fue donde sufrí el ataque de pánico que decía. Suerte que mi jefe ya había pasado por eso.
Fue mi amiga Noelia Bermúdez quien me “presentó” a esta cantante. La adaptación de la canción de los Beatles fue lo primero que encontré en Internet. El vídeo me atrajo e inquietó al mismo tiempo. No me dejó indiferente. Aburrido y con tortícolis, con varios discos de ella ya en mi iTunes, y puesto a repasar cosas que me gustan, lo reencontré. Me sigue resultando fascinante.
Puestos a “redescubrir”, aquí el tema que Morphine que me “enganchó” a esta banda.
En general no me escucharán nunca —o leerán por aquí— que defienda el espíritu suprafuncionarial de este país. De hecho ya me he quejado alguna vez [1] sobre esa tendencia o deseo generalizado de alcanzar un puesto de funcionario, o de trabajador para el Estado, que «garantice» un ingreso de por vida y, parece que viene relacionado, «pegarse la vida padre» a costa de los impuestos de todos. Aclarar también —o mejor dicho, por otro lado, paralelamente o en contra de lo anterior—, y para que conste que a) no me parece mal que todos deseemos estabilidad, es lo lógico; y b) menos aún que no haya funcionarios.