cuentos de un cazador de instantes

Y ya van dos...

Mi ego está que va a reventar, de puro hinchado que anda. Ayer recibí la segunda invitación para que otra de mis fotos aparezca en una de las guías Schmap. En esta ocasión para Salamanca, que visité en septiembre de 2002. Como la otra vez, me mandaron un mensaje ofreciendo una url en la que debía aceptar las condiciones para la inclusión en la guía. La foto en cuestión es la que hice a detalles de la fachada de las casa de las conchas con la recién estrenada Nikon Coolpix 5700.

Mi experiencia con el sigma 10-20

De siempre he querido tener objetivos de esos que llaman ultra gran angulares y, aunque suene muy extraño, los quería, además de para lo típico de este tipo de lentes, para experimentar con retratos. El objetivo Sigma 10-20 me lo regaló mi mujer con excusa del viaje a Egipto de 2007, antes de pillarme la Nikon D200. Es un objetivo con el que he obtenido buenos resultados, para mi gusto, pese a no ser especialmente rápido o luminoso (se mueve entre una abertura que va desde f:4 a f:5,6).

Y al final la cogieron

Sé que es tremendamente inmodesto por mi parte, pero me siento bien por ello: al final han seleccionado la foto de Place des Vosges. La fotografía me atrajo desde pequeño, cuando veía a mi padre con un trasto pegado a la cara meditando los parámetros de la fotografía. Y luego las largas horas metido en el cuarto oscuro revelando y ampliando, horas que compartí muchas veces con él, estorbando más que ayudando.

Mi experiencia con el Nikkor 18-200 VR

De leer a Ken Rockwell y su constante defensa y recomendación del objetivo 18-200 VR tenía ganas de comprarlo para llevarlo siempre encima, con la D200, y evitarme tener que andar cambiando de objetivo cada dos por tres. Cuando voy de viaje (o cuando paseo por la isla o voy a un evento social) se da con mucha frecuencia que tenga que pasar de un angular a un teleobjetivo. El 18-200 te evita tener que estar cambiando constantemente de lente y evita, además de “perder la foto”, el peligro de que entre y caiga polvo en el sensor.

El ego es malo, pero a veces gusta

Y es que no lo puedo evitar. Esta mañana, al abrir mi correo de Gmail, me he encontrado un correo Flickr de una desconocida, de nombre Emma Williams. En él me invitaban a permitir usar una de las fotos que saqué en París, con licencia Creative Common, para la guía Schmap. Me molesta ser tan poco inmodesto, pero me ha encantado que la hayan seleccionado, aunque sea para la final.