Mi experiencia con el sigma 10-20

De siempre he querido tener objetivos de esos que llaman ultra gran angulares y, aunque suene muy extraño, los quería, además de para lo típico de este tipo de lentes, para experimentar con retratos.

El objetivo Sigma 10-20 me lo regaló mi mujer con excusa del viaje a Egipto de 2007, antes de pillarme la Nikon D200. Es un objetivo con el que he obtenido buenos resultados, para mi gusto, pese a no ser especialmente rápido o luminoso (se mueve entre una abertura que va desde f:4 a f:5,6).

La experiencia de usarlo durante el primer viaje transfronterizo que realizó este objetivo fue muy positiva. Es un objetivo que me gustaba dejar siempre puesto en alguna de las dos cámaras, en detrimento de zoom genérico 18-55 o del tele 70-300.

Abu Simbel

Pirámide (escala humana)

Pirámide

Mezquita de alabastro Saladino

Siempre es una cuestión de gusto, pero para mi gusto la nitidez que da este objetivo, tanto con la D50 como con la D200 es más que aceptable. Algo de viñeteado y una ligera pérdida de definición -que muchas veces es imperceptible- en las esquinas.

Usando el factor de multiplicación de los modelos DX de Nikon, el 10 - 20 de Sigma equivaldría a un 15 - 30 en formato completo, algo nada despreciable, sea dicho.

El único gran inconveniente que le encontré, lógico por otra parte, era que para emplear el polarizador se tiene que quitar, salvo que desees horrible viñeteado, el filtro skylight que tengo fijo a modo de protección. Además, que al ser un filtro polarizador circular, para ajustar el grado de filtrado tenía que desatornillar el palito para poder girarlo si quería mantener el parasol de pétalos que trae de serie la lente. Y aún así era muy jodido girar el filtro con el parasol puesto.

Todas estas pegas sin incluir o contar con el hecho demostrado que una vez que empiezas con grandes angulares, los 10mm mínimos que te ofrece la lente se te hacen demasiado largos y ya estás deseando comprarte un ojo de pez.

Edificio Meneses

Playa de Vallehermoso

Como decía al principio, pese a lo que sugieren los puristas y expertos en materia, es un objetivo que me gusta mucho para usar en retratos, tanto personales como de grupos. Particularmente me agradan los efectos deformantes que produce este tipo de lentes en las personas. Más acentuado cuanto más lejos se encuentren del centro de la imagen. Para mi gusto, fotos de retrato diferentes a las típicas en que todo el mundo aparece bastante plano. Cuestión de gustos. Los míos son raros.

Como soy un maniático de la privacidad de las personas, he incluido un par de ejemplos a un tamaño muy reducido, con objeto de que se hagan una idea de lo que se pude hacer en este terreno con la lente, pero intentando salvaguardar la identidad de los fotografiados. Aunque, desde luego, no son las que más me gustan (las que prefiero suelen tener a los protagonistas algo más deformados).

Resumiendo, una lente que siempre me acompaña en mis viajes. Y también a muchos de los eventos familiares. Una lente que vale el dinero que pagamos por ella, aunque un pelín excesivo para nuestros bolsillos (y para los de muchos), y que ha demostrado ser algo más versátil -dependiendo de gustos y purismos- que ser una lente únicamente para arquitecturas o para paisajes. Si no te puedes hacer con una mejor de la marca, piensa en ella como una más que buena opción. Para mí es una imprescindible.

Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría

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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔