Mira que no suelo abrir casi ningún correo que me llega de mi padre, en general. Desde que se soltó la melena, figurativamente hablando dado que mi calvicie no la heredé de mi madre, con esto de la informática, me satura de forma periódica e inmisericorde. Pero hoy he pinchado por no hacerle el feo (yo me siento mal ignorando a mi progenitor, aunque él ignore que le ignoro) y me ha resultado lo suficientemente gracioso como para copiarlo aquí.
Es curioso, realmente curioso, cómo hay canciones que vienen a uno en ciertos momentos de nuestra existencia; y cómo tantos años después reaparecen.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.
Por último pedir diculpas por el contenido.
Ultimamente he recibido un par de «ofertas» a participar en una idea vieja, pero que vuelve a circular —o que no ha dejado de hacerlo nunca—. Hablo de los directorios de bitácoras. A mi mujer también le han llegado ofertas similares. Imagino que agrupar y categorizar las distintas bitácoras o blogs que hay en el universo puede tener importancia para alguien. Sin embargo, teniendo Google, a día de hoy no se me ocurre una utilidad concreta, salvo aquella de permitir meter publicidad en el sitio y sacar perras a costa de ello.
Ya está disponible para descargar, en los fondos mafiosos de las inmundicias sociales (o sea, vagos y maleantes), el primer capítulo de la segunda temporada de Sherlock, modernización del famoso personaje de Conan Doyle, y que, con una primera temporada de 3 capítulo de 90 minutos cada uno, me enganchó.
Los iré descargando (los de la segunda, claro) y ya los veré en mi tele de 55" en mi próxima vista al hogar verdadero, que esta serie se lo merece.
He sufrido un pequeño ataque de pánico tecnológico. He visto pasar toda mi vida en un instante. Y he protagonizado yo mismo, en mi película biográfica de título “No sin mi iPhone” un drama de magnitud épica. Miro una vez y 95% de batería. Miro un rato después, y completamente apagado. No respondía. Nada. Muerto completamente. Ahí fue donde sufrí el ataque de pánico que decía. Suerte que mi jefe ya había pasado por eso.
Fue mi amiga Noelia Bermúdez quien me “presentó” a esta cantante. La adaptación de la canción de los Beatles fue lo primero que encontré en Internet. El vídeo me atrajo e inquietó al mismo tiempo. No me dejó indiferente. Aburrido y con tortícolis, con varios discos de ella ya en mi iTunes, y puesto a repasar cosas que me gustan, lo reencontré. Me sigue resultando fascinante.
Puestos a “redescubrir”, aquí el tema que Morphine que me “enganchó” a esta banda.
En general no me escucharán nunca —o leerán por aquí— que defienda el espíritu suprafuncionarial de este país. De hecho ya me he quejado alguna vez [1] sobre esa tendencia o deseo generalizado de alcanzar un puesto de funcionario, o de trabajador para el Estado, que «garantice» un ingreso de por vida y, parece que viene relacionado, «pegarse la vida padre» a costa de los impuestos de todos. Aclarar también —o mejor dicho, por otro lado, paralelamente o en contra de lo anterior—, y para que conste que a) no me parece mal que todos deseemos estabilidad, es lo lógico; y b) menos aún que no haya funcionarios.
Ya puestos a retomar la colección de Mundodisco [@ Wikipedia], y dado que la lectura del libro anterior consiguió con creces su objetivo, distraerme, decidí dar una nueva oportunidad a la serie pasando a leer la siguiente novela, siempre por orden de publicación original, que se corresponde con la décimo tercera (o doce más uno, como le gusta ordenar las cosas a los supersticiosos), y cuyo título es ‘Dioses menores’.
Bueno, he aprovechado estos días para dejar sincronizando (a una velocidad de tortuga paralítica) mi biblioteca iTunes con la nube. Ya tengo más de nueve mil canciones «arriba». Pero aún tengo muchos CDs originales por incluir. Que si no lo he hecho hasta ahora, no tengo muy claro que lo vaya a hacer en los próximos mil años. Siglo arriba, siglo abajo.
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El viernes 30 de diciembre del moribundo 2011 recorría el camino hacia el aeropuerto repasando todo lo que iba a hacer en 10 días de vacaciones que iba a pasar en Las Palmas con mi mujer. Hoy, lunes 9 de enero, ultimo los preparativos para salir, dentro de un par de horas, hacia el aeropuerto y coger un vuelo que me devuelva a Madrid. Entre lo planificado y lo hecho en estos diez días caben varios universos, con sus paraversos también.