'Travesuras de la niña mala'

Cuando me senté a hacer una breve reseña del libro ‘Travesuras de la niña mala’ lo primo que me vino a la cabeza son los desternillantes «resúmenes julay» que hace sulaco en sus entradas sobre películas. Plagiando esta técnica, diré del libro «un julay quinceañero se enchocha de una niña mona y se pasa cuatro décadas intoxicado por comer marisco en mal estado con regusto a plástico». Tampoco se me ocurre nada mejor. Se hace lo que se puede.

El libro engancha desde el primer párrafo. Confieso que no había leído nada de Vargas Llosa hasta el momento y, tal vez por eso, lo había dejado apartado durante meses en la mesa de noche a la espera de tener un rato que dedicarle. Soy de lectura lenta -la vejez, que hace que tenga la vista cansada- y, en general, me cuesta avanzar por los libros. Pero las cuatrocientas páginas de éste me las empapé en un día. Enganchadísimo me tenía. Tanto que no podía imaginar dejar de leer por la intriga que suponía el querer saber qué vendría a continuación.

El libro cuenta una historia de amor. Subgéneris y nada empalagosa, como cabría temer cuando uno escucha o lee «historia de amor». Es la historia, contada en primera persona, de alguien que conoció el primer amor, ese que todos hemos vivido, y, desde entonces, veneró a aquella niña desconocida, misteriosa y chilenita. Es también una historia de coincidencias y del destino. De orgullos ególatras, de humildad y de aceptación de la adversidad. De arrebatos de pasión y de calma de la razón. Habla de perdón, de la única forma en que saben perdonar los que están enamorados hasta el tuétano. Es una historia de sumisión y de rebeldía. Y es una historia de Historia y Geografía. Es una historia que recorre cuatro décadas y sus contextos sociales enmarcados en cinco países diferentes. Es una historia que, sobretodo, habla de personas, sus esperanzas, sus miedos y sus destinos. Es, para mí, una historia fantástica maravillosamente escrita.

Se me quedó mirando, con esa expresión fría que se agudizaba a veces de manera extraña y parecía congelar la vida a su alrededor. -Tú eres buena gente, pero tienes un terrible defecto: tu falta de ambición. Estás contento con lo que has conseguido, ¿no? Pero eso es nada, niño bueno. Por eso no podría ser tu mujer. Yo nunca estaré contenta con lo que tenga. Siempre querré más. Perú, París, Londres, Tokio y Madrid, son los lugares donde se desarrolla la narración, que en momentos te hace reír y en momentos entristece profundamente, de ‘Travesuras de la niña mala’. Las décadas, que cronometran las dichas y desdichas del personaje, y resume de forma soberbia el autor, fueron la revolucionaria de los años 60, la pacifista de los años 70, la de la hegemonía japonesa de los 80 y la de conclusión de un siglo de los 90.

Los personajes secundarios, esos que acompañan y su función es hacer destacar al protagonista, son tanto o más ricos, literariamente hablando, que el propio protagonista. Sus vidas se entrelazan de forma genuina y te hacen sentir la necesidad de seguir leyendo para seguir conociéndolos. Aunque la verdadera protagonista, de cuya vida sólo tenemos constancia por lo que nos cuenta el narrador de la historia, es la «niña mala».

Resumiendo un libro que me encantó y que recomiendo encarecidamente. Literatura de la buena.

Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría

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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔