'Matemáticos, espías y piratas informáticos'
Andaba terminando la Escuela de Informática cuando empezaba el boom del correo electrónico, de las comunicaciones y, por supuesto, de la World Wide Web. Hasta entonces, lo único de criptografía que había escuchado te lo daban, si mi memoria no falla, en la extremada y absurdamente dura asignatura de «Tele», impartida en tercero, donde, entre otras cosas, te obligaban a memorizar características físicas de conducción de los cables coaxiales o los diferentes rangos de distancias de las distintas normas. Podían entrar en examen y putearte marcar la diferencia entre un aprobado-por-los-pelos y un suspendido con un 4,99 de nota. Eso sin hablar de las prácticas diseñadas para fomentar el suicidio entre los alumnos.
Lo que impartían no pasaba de ser algo más que un repaso de un catálogo de métodos de encriptación y cifrado, en la particular forma en que explicaban en esa asignatura, en plan causa-efecto. No, no tengo ni un especial ni un grato recuerdo de aquellas clases. Tampoco recuerdo sentir un especial interés por la criptografía ni por el criptoanálisis, algo que sí desarrolló de forma temprana —y si hacemos caso a las leyendas, le permitió participar en algún trabajo de espionaje— uno de los compañeros, Rafa, que se pasó los últimos años que estuvimos en la Facultad leyendo y releyendo sobre el tema. Para mí, todo aquello, en especial la parte del criptoanálisis, no pasaba de ser una de tantas anécdotas y curiosidades matemáticas que daban cuerpo y forma a la ciencia de la computación. Bastante equivocado andaba, lo confieso.
Pero siempre he tenido esa espinita clavada, porque, gustándome como me gustan las Matemáticas, haber menospreciado entonces la posibilidad de indagar más, era sólo un ejemplo más de cuán torcido y atontado andaba por la vida. Algo que no ha cambiado mucho en los último veinte años. Y, aunque sigue sin ser uno de los temas que más me apasionan, cuando pillo algo que puedo leer sobre el asunto —y tengo tiempo para hacerlo— me dedico a disfrutar con ello. Siempre desde el talante teórico que tanto me caracteriza, eso sí.
La integridad y confidencialidad de las comunicaciones dependen de complejos códigos diseñados gracias a la matemática. Este libro propone un estimulante viaje a la aritmética de la seguridad y el secreto, con paradas, entre otras, en los cifrados que han decidido el destino de las naciones y en el lenguaje con que se comunican los ordenadores.
Pensé que, con el segundo volumen de la colección que sacó RBA con el título ‘El Mundo es Matemático’, conseguiría disfrutar un poco más aprendiendo sobre el tema. Y me equivoqué. En general resulta un pelín simplón. La criptografía, y su contraparte el criptoanálisis, están plagados de anécdotas históricas, algunas curiosas, otras menos, que le dan sustancia al asunto. Es una carrera entre unos y otros de la que emanan métodos muy interesantes, como todos los intentos por factorizar números primos enormes. En este aspecto, el libro va presentando la historia de éxitos y fracasos de forma sencilla y, en general, correcta. Sin embargo, en cuanto a métodos, técnicas y formas, en lo tocante a Matemáticas en sí, no hay nada nuevo que aportar. Más bien me pareció muy limitado. Seguramente, desde el punto de vista de un neófito, estará bien, pero si ya se ha leído algo sobre el asunto, te quedas exactamente igual. Supongo que tampoco ayudó que no lograse pillarle el tempo a la narración. Cierto que no es un relato, pero se supone que es un libro que intenta «narrar» los logros de la ciencia, y en ese aspecto, anécdota intercalada tras anécdota intercalada, no consigue, para mi gusto, hilvanar muy bien la historia. Una lástima, porque en cuanto a anecdotario, tiene una buena cantidad de cosas interesantes que contar. Poco más.
Para mi gusto, un segundo volumen de una colección que empezó siendo prometedora con ‘La proporción áurea’ [Mi reseña], pero que éste consigue alejar las expectativas puestas sobre ella. Totalmente prescindible. A ver qué tal se presenta el tercero.
Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría
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Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔