39

Hoy toca cumplir años. Se alcanza la curiosa cifra de 39. A las puertas de ese universo desconocido y temido que son los cuarenta. Recordatorio de que ya la cosa va irreversiblemente cuesta abajo y sin frenos. Tal vez, también, el ecuador de mi propia existencia, que en la Gran Historia del Universo no será más que un bufo de microbio, pero que te da por pensar que tal vez deberías tener ya respuestas a las Grandes Preguntas [1]: ¿Cuál es el Sentido de La Vida?

Madrid reloaded

La cosa fue más o menos así: Yo: ¡Hombre, hacía tiempo que no te veía por aquí! Mira en lo que estoy perdiendo el tiempo miserablemente: http://youtu.be/NzUZsaIIfCc L: ¡Mola! ¿Estás haciendo cosas para el iPhone? Yo: Bueno, no exactamente. Estoy haciendo pruebas. L: Pues yo ya he publicado un par de programas chorra; de esos que haces en una tarde. Por cierto, ¿cómo va la búsqueda de curro? Yo: Pues mira, más o menos, aquí sigo, perdiendo el tiempo con estas cosas.

Santiago de Compostela

Anoche llegué tarde a casa tras pasar tres días —sin contar el jueves, que llegamos por la noche al destino— en Santiago de Compostela. Sin desmerecer los viajes más largos, pero que por experiencia suponen un riesgo mayor al tratarse —repito que por experiencia propia— casi de un «todo o nada» [1], los microviajes, «escapadas» o pequeños viajes de corta duración cuyo destino sea algún punto de la geografía nacional, van ganando presencia e importancia en las opciones que vamos prefiriendo en los últimos meses.

'Guerra de regalos'

Más o menos empecé el año 2010 con la intención de releer toda la saga de Ender de forma más o menos seguida. Estando en Madrid compré en el dispensador de libros de Príncipe Pío la primera novela porque había desaparecido el ejemplar que tenía desde hacía veinte años y poco después me puse a leerla en la cama, escondido de las frías noches madrileñas. Tras ello descubrí que el autor había publicado dos novelas cronológicamente situadas en el inmenso hueco temporal que había entre la infancia de ‘El juego de Ender’ [mi reseña], quizás una de las mejores novelas de ciencia ficción que se han escrito, y la edad del profeta de profetas de ‘La voz de los muertos’.

Sin embargo, ciencia del y para el espíritu

Hoy será breve: ¿Qué ven de raro en la siguiente imagen? Tómate tu tiempo, si lo necesitas. Para el que no lo haya hallado aún, aquí va una pista: mira el epígrafe bajo el que se encuentran los títulos de los libros que aparecen en la imagen. ¿Sigues sin entenderlo? Es raro que pasee por la zona, pero cuando lo hago y decido entrar en El Corte Inglés de Mesa y López, es más raro aún que no me acerque a la sección de Ciencias a curiosear qué libros tienen.

Profanation y SilverSprite

Me daba un poquito de pena dejar la cosa como estaba. Así que, antes de meterme con otro tema, me puse a juguetear con SilverSprite. Para el que no lo sepa —y le interese, claro— SilverSprite es una capa de adaptación que facilita ejecutar código XNA, en teoría con apenas cambios en el código, en Silverlight [@ Wikipedia] que a su vez es, para quien no lo sepa —y también esté interesado—, un framework pensado originalmente para desarrollar aplicaciones multimedia embebidas en páginas Web, a grosso modo.

Recocido de Profanation sobre cama afrutada de XNA y con relleno de MonoGame (o XNATouch)

Contaba en la entrada de ayer que tenía ganas de hacer un juego para el iPhone y que había estado buscando durante días algo con lo que desarrollarlo resultara bueno, bonito fácil y barato. También contaba que, finalmente y descartando los entornos integrados, había decidido hacer sendas pruebas de concepto con cuatro de las chopocientas mil alternativas basadas en los lenguajes que a día de hoy exiten para desarrollar para este dispositivo.

El blues de los momentos perdidos

Esta es la predecible, y seguramente inevitable, continuación de ‘El ABC de los tiempos perdidos’. Entonces no me preocupaba demasiado. Eran unas más que merecidas vacaciones. Pero tras cinco meses en las listas del paro, y con varios rechazos a mi «impecable» curriculum —al menos eso es lo que afirman las personas que llaman para entrevistarme— por cuestiones de idioma, confieso que empiezo a preocuparme ligeramente. Aunque no puedo decir que me angustie aún.

De tajinastes azules

Aprovechando una nueva visita de Sulaco [Distorsiones], nos juntamos Luis, el más-holandés-que-español/canario-a-estas-alturas y el que suscribe, para echarnos unos piscos (o tomarnos algo, como se diría en dialecto normalizado) y tirar para el monte a disparar con nuestras respectivas cámaras. Y no necesariamente en ese orden. Eso sucedía ayer y, como va siendo norma en la vida de esta bitácora, dejo fiel reflejo en la entrada de hoy —de la víspera al pretérito, por filosofar un poco— por aquello de asegurar que, cuando tanto Luis como Sulaco sean ricos y famosos, poder alegar que yo los conocí y estuve con ellos.

'La proporción áurea'

En el primer día de la visita a Sevilla [1], tropecé con uno de esos quioscos de prensa que tienen todas las grandes ciudades repartidos por sus aceras. Como en Las Palmas no abundan —de hecho ahora mismo soy incapaz de recordar ninguno—, tropezármelos siempre atrae mi mirada [2]. En esa ocasión inmediatamente identifiqué la palabra «Matemático» —debo tener algún trauma infantil al respecto que antes de darme cuenta ya he leído palabras como «metemáticas», «científico», etcétera, etcétera, etcétera— y me lancé a mirar de qué se trataba con mayor detalle.