La libertad de expresión en un mundo de Trolls

Se nos llena la boca cuando barruntamos a los cuatro vientos “libertad de expresión”, que no es más que una forma rimbombante de declarar “tengo todo el derecho a decir lo que me venga en gana; y te jodes”. Lo que en esencia, y salvo en los casos tipificados o recogidos en la Ley, es completa y absolutamente cierto. La libertad de expresión (como resultado de la libertad de opinión) es un derecho adquirido, y de momento mantenido, en la democracia que vino tras la Transición. Ese período relativamente corto en el que los sodomizados hicieron la vista gorda y perdonaron a los… Bueno, eso.

Lo que solemos olvidar, abanderados del derecho, es que donde las dan las toman. Si bien puedes opinar lo que te salga de donde lo haga -de lo que es fiel reflejo esta bitácora-, también te toca joderte con lo que lees y/o escuchas. Eso sí, para controlar lo que dices ya tenemos a los ávidos abogados y los deshonrados perjudicados reclamando justicia de, por ejemplo, el archifamoso vocero que es Losantos. Pero para controlar lo que oyes/lees, y controlarte cuando lo oyes/lees sólo te tienes a ti mismo. Que en algunos casos es lo mismo que decir “a nadie”.

Y es que si bien defiendes la libertad de expresión cuando te toca hablar, cuánto jode escuchar lo que no deseas oír. Y, salvo que lo expresado caiga en ofensa, falta o delito, lo cierto es que toca aguantarse con lo que hay. O ir a llorar a papá (para que te cruce la cara de una ostia y te espete “¡compórtate como un adulto, so mamón/a!").

¿Verdad que duele leer o escuchar a alguien poniendo a parir a tu persona, a tu familia, a tu lugar de nacimiento o a algunos de aquellos a los que idolatras? Pues no hay mejor ejercicio de autocontrol y de entrenamiento mental que no hacer ni caso a las afirmaciones desinformadas o malintencionadas que no tienen más intención que irritar (o desahogar la presión diarreica de algún cerebro putrefacto). Pongo como ejemplo de lo comentado el artículo -o entrada bloguera- al que he llegado, a través del blog de Pablo, donde un tipo se lo pasa en grande poniendo “a caldo” a Las Canarias. Confieso que me he partido de la risa, porque siendo una visión un tanto pueril, te das cuenta que su único fin es hacer el troll y ganar fama haciendo reír a sus seguidores (“Dios los cría…"). Y a mí, permítaseme el atrevimiento y el uso de un término tan malsonante, me la pela. No todo el mundo tiene que pasarlo bien, por narices, cuando viene a las islas. Y allá cada cual si de una experiencia puntual, establece una Ley de la Naturaleza Universal. Además, como decía mi padre, la maldad es creativa, y el tipo está practicando.

Pero si después de lo dicho, y someramente argumentado, aún te quedan ganas de despotricar, siempre podrás hacer el troll aquí (promovido por un novel escritor) o en la Web del interfecto, donde hacer el troll es la única razón de la existencia del propio sitio. Aunque siempre te puede suceder que te ataquen otros troll, pues es conocido que “quien a troll trolea, cien blogs de éxito le acarrea”.

O eso o “ajo y agua”. Lo que prefieras.

No quepa duda que éste es un artículo más de tantos que se quedan en insustancial sin pretender establecer las normas de conducta o acceso al derecho y uso de la libertad de expresión con cosas como “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Ante esa cita yo prefiero ésta otra: “tanto gilipollas suelto y tan pocas balas”, Forlain dixit.

Vaya, al final sin buscarlo ni pretenderlo, me ha salido una entrada un tanto trolil. Y es que, como dicen las abuelas del lugar, dime con quién vas y te diré quién eres. O lo malo siempre se pega.

Esta entrada ha sido importada desde mi anterior blog: Píldoras para la egolatría

Es muy probable que el formato no haya quedado bien y/o que parte del contenido, como imágenes y vídeos, no sea visible. Asimismo los enlaces probablemente funcionen mal.

Por último pedir diculpas por el contenido. Es de muy mala calidad y la mayoría de las entradas recuperadas no merecían serlo. Pero aquí está esta entrada como ejemplo de que no me resulta fácil deshacerme de lo que había escrito. De verdad que lo siento muchísimo si has llegado aquí de forma accidental y te has parado a leerlo. 😔